Poesía y Psicoanálisis (1971-1991) Miguel Oscar Menassa -1995

 

1984

DESDE ARGANDA DEL REY, LA PUTA VERDAD
3 de agosto de 1984, Madrid, Arganda del Rey

Marinero sin fin, sin esperanzas, vago, por decirlo de alguna manera entre la lástima y el abandono, soy el hombre moderno por excelencia.
      Espero poder ser lo mínimo en todo, eso quiero poder. Un poco de cada cosa que me toque ser, es decir, nada en especial, una normalidad exasperante. Todo lo que puede ambicionar un hombre poseo y, sin embargo, no dejo de buscar, como los antiguos, la piedra filosofal, algo que nos haga bien a todos.
      No encuentro pormenores ni sentidos, ni ostras embelesadas por la boca abierta de una reina, entre angelical y diabólica, a punto de desembarazar al mundo del misterio de la voracidad y el escarnio. Soy una mujer con todas las letras, siempre he sido feliz. Se hundirán, nos hundiremos todos en un fango sin fin, en una idolatría del sexo y la miseria que, siempre, alternan con los grandes sucesos de amor.
      Fui feliz, fui feliz, eso es lo que tengo que decir alguna vez, la humanidad tiene que saberlo, fui feliz, el hombre más feliz del universo, comprendí la soledad, y pensé que era cosa pequeña mi soledad comparada con cualquier otra soledad, la de los siglos, por ejemplo, la soledad de las estrellas. Derivo sin poder retener las palabras al borde de un sentido, siento que no estoy haciendo, exactamente, bien las cosas, ya que no sé si con tanto ruido podré sentir el ruido de algún llanto. Tengo que poder sobreponerme al desorden, siempre es burgués, es decir, el desorden, la desidia, es siempre contrarrevolucionaria, se diga lo que se diga, y se trate de la revolución de que se trate.
      Encogido de hombros, no porque no me importe, o bien, en parte también, porque no me importe, pero fundamentalmente, doblado de cansado, desanimado, por falta de proteína suficiente, de amor suficiente. No es difícil olvidarse de los buenos momentos pasados en brazos de nuestra madre, es decir la ilusión de vivir sin trabajar, es cierto, mi madre vive aún, tendré que ir a visitarla, nadie podrá querer del todo a un hombre que teniendo a su madre viva no hace algún gesto para verla o para estar con ella. Todas las mujeres, en lugar de celar, se pondrían contentas que quiera a mi madre, esas cosas las pueden tranquilizar hasta el paroxismo, se aseguran la frivolidad de una relación transpuesta.
      Tocar la flauta, eso me gustaría, tocar la flauta dulce como algunas hermosas mujeres de mi juventud. No hacían ninguna otra cosa que aprender a tocar la flauta dulce, cuando recuerdo la hermosura de sus gestos, la atribuyo a esa debilidad que tenían por el viento armonizado, el viento hecho canción.
      Todas mis ideas ya son buenas ideas, lo que todavía no es bueno del todo es mi cuerpo. Infierno tenebroso, esta noche, te arrancaré un sonido. Bestia temblorosa, belleza que desaparece durante el día, vampiro de luz, cosmética de la noche, dejo vivir entres tus brazos, entre la alegría desoladora de tu vientre enternecido por mi boca abierta de dolor. Es increíble como aparece y desaparece la bruma cuando pienso en ti, paloma de la paz. La vida no es llevadera.
      No tenemos que empeorar la cuestión. Sin vergüenzas, sin tapujos, acercarnos sin gloria a la suprema maravilla del ser. 
      Canto americano, canto americano, no te dejaré ser más allá de mi. Serás en mi cuerpo, en mi alegría , en el saberme tuyo para siempre, canto americano, canto        
americano encuentro en algún tejado la luz, la impiedad de saberme totalmente del mundo. 
Cuando vuelva a ser los sonidos siempre etéreos del viento, tu esbelta forma encubierta de luz, me mostrará en el funeral de las horas, la triste alegría de no haber muerto sino en otros. porque tenemos miedo de andar a tientas. Si por delicadeza perdí mi vida, quiero ganar la tuya, yo te doy, dame la mano y vamos ya.
      Atrás perdedores, viene el ganador, este siglo conocerá los halagos del triunfador, uno 
que se llevará la muerte a la boca y la morderá a traición cada mañana.
     Entre las brujas arpías comadronas, esbeltas coronadas empedernidas, buscando al hombre aterrado de sí mismo, como si fuera el hombre oculto de las naves abiertas a la sin razón de los sentidos abiertos, a los abiertos destinos de una patria inexistente, una madre vieja y un canario muerto el siglo pasado.
     Alcanzaremos sin vueltas el ritmo de la vida, nadie dudará del escalofrío que reinará entre nosotros, con tantos cambios de humor, de sentimiento, sublime manantial del horror asesinando la ternura. El hombre no puede morir definitivamente.
     Ella me ama, ella me ama, y eso quiere decir que tendré que trabajar todo el tiempo que ella continúe en esa tesitura de amarme. El hombre no puede más, me dice, arrojándose a mis brazos, pero contigo es distinto. Si, hablar, acentuar las palabras, siempre puedo.
     ENAJENADO, TORTURADO, MUERTO y, sin embargo, me siento libre, ecuménico, cuando escribo mis versos.
     Una especie de mamá moderno, simbólico. Versos, para todas las almas, para todas las iniquidades un buen poema. Vendrán, seguramente los intelectuales, a decirnos que el hombre necesita algo de pan, algo de vergüenza, algo de dignidad. Pero nosotros sabemos que si se tratara de fuego, sería el incendio de las pasiones. No las incendiadas pasiones, sino las incendiadas pasiones quemadas por el fuego del símbolo, de la poesía . Un siglo de vida, triturado en ese simple verso, cae vencido.
    
Sólo se puede amordazar a los muertos, Con la palabra todavía no saben qué hacer. No hay fuerza que termine con la libertad de palabra, porque la libertad de palabra, depende de la palabra y no del que la pronuncia. La libertad por la cual el hombre en general, lucha toda su vida es, simplemente, un desatino frente a la libertad que lo somete. Es decir cualquier palabra puede ser unida a cualquier palabra, y eso es una ley. Es decir, la ley vendría a decir que el que habla, por hablar, adquiere la libertad de lo que habla. Si un hombre mata a todos los universos y queda sólo, él mismo, al hablar, quedará en libertad y todo recomenzará nuevamente. Cualquier tirano lo sabe.
     Empobrecido pero, todavía, loco, levanto la bandera del amor. Desligado de cualquier preocupación escribo, porque escribir es un bien, y pienso distribuirlo entre toda la población. Primero lo haremos por las buenas, después tomaremos el poder, sólo, para recitar poemas por radio nacional y la primera cadena de televisión.
     El estereotipo madrileño de niño hurgado y hurtado a la vez, por niños extranjeros, debe ser psicoanalizado, no sólo en los madrileños sino, también, en aquellos que sirven de partenaire. Es hora que lo comprendamos. El sexo, todo el sexo del mundo poco puede frente a un revólver bien manejado. A veces un simple puñal hace temblar mil kilos de sexo libertario.
     Enjuguemos las lágrimas una vez más, el hombre se vuelve sobre sí y todo no es tan malo, el hombre tiene todavía la capacidad de retroceder.
     La solución del problema no la tenemos nosotros, sino un conjunto de civilizaciones, que si no aceptamos como existentes, jamás podremos tomar de ellas la sabiduría necesaria para saber qué tenemos que hacer con el mundo.
     El mundo es parte de un sistema más general, algo así como una pieza de un sistema cuyo funcionamiento no participa sino en calidad de pieza a mover por la política que en otros tiempos se establece.
     La bestia tiembla ahora de risa, ha descubierto su ser, igual de bestia, en todos los seres. La veneración por la madre, es algo que el hombre actual conserva de los pueblos primitivos, el mecanismo de adoración sigue siendo el mismo, primero fueron los elementos naturales después las palabras como dioses y, ahora, veneración por la madre que nos re mil parió. Después, tal vez el próximo número, el próximo siglo, podremos palabras como hombres.

 

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