1984
DESDE ARGANDA DEL REY, LA PUTA VERDAD
3 de agosto de 1984, Madrid, Arganda del Rey
Marinero sin fin, sin esperanzas, vago, por decirlo de alguna
manera entre la lástima y el abandono, soy el hombre moderno por excelencia.
Espero poder ser lo mínimo en todo, eso quiero poder. Un poco de
cada cosa que me toque ser, es decir, nada en especial, una normalidad exasperante. Todo lo que puede ambicionar un hombre poseo y, sin embargo, no
dejo de
buscar, como los antiguos, la piedra filosofal, algo que nos haga bien a todos.
No encuentro pormenores ni sentidos, ni ostras embelesadas por la
boca abierta de una reina, entre angelical y diabólica, a punto de desembarazar
al mundo del misterio de la voracidad y el escarnio. Soy una mujer con todas las
letras, siempre he sido feliz. Se hundirán, nos hundiremos todos en un fango
sin fin, en una idolatría del sexo y la miseria que, siempre, alternan con los
grandes sucesos de amor.
Fui feliz, fui feliz, eso es lo que tengo que decir alguna
vez, la humanidad tiene que saberlo, fui feliz, el hombre más feliz del
universo, comprendí la soledad, y pensé que era cosa pequeña mi soledad
comparada con cualquier otra soledad, la de los siglos, por ejemplo, la
soledad de las estrellas. Derivo sin poder retener las palabras al borde de un
sentido, siento que no estoy haciendo, exactamente, bien las cosas, ya que no
sé si con tanto ruido podré sentir el ruido de algún llanto. Tengo que poder
sobreponerme al desorden, siempre es burgués, es decir, el desorden, la
desidia, es siempre contrarrevolucionaria, se diga lo que se diga, y se trate de
la revolución de que se trate.
Encogido de hombros, no porque no me importe, o bien, en parte
también, porque no me importe, pero fundamentalmente, doblado de cansado,
desanimado, por falta de proteína suficiente, de amor suficiente. No es difícil olvidarse de los buenos momentos pasados en brazos de nuestra madre, es
decir la ilusión de vivir sin trabajar, es cierto, mi madre vive aún, tendré
que ir a visitarla, nadie podrá querer del todo a un hombre que teniendo a su
madre viva no hace algún gesto para verla o para estar con ella. Todas las
mujeres, en lugar de celar, se pondrían contentas que quiera a mi madre, esas
cosas las pueden tranquilizar hasta el paroxismo, se aseguran la frivolidad de
una relación transpuesta.
Tocar la flauta, eso me gustaría, tocar la flauta dulce
como algunas hermosas mujeres de mi juventud. No hacían ninguna otra cosa que
aprender a tocar la flauta dulce, cuando recuerdo la hermosura de sus gestos, la
atribuyo a esa debilidad que tenían por el viento armonizado, el viento hecho
canción.
Todas mis ideas ya son buenas ideas, lo que
todavía no es bueno del todo es mi cuerpo. Infierno tenebroso, esta noche, te
arrancaré un sonido. Bestia temblorosa, belleza que desaparece durante el día,
vampiro de luz, cosmética de la noche, dejo vivir entres tus brazos, entre la
alegría desoladora de tu vientre enternecido por mi boca abierta de dolor. Es
increíble como aparece y desaparece la bruma cuando pienso en ti, paloma de la
paz. La vida no es llevadera.
No tenemos que empeorar la cuestión. Sin
vergüenzas, sin tapujos, acercarnos sin gloria a la suprema maravilla del
ser.
Canto americano, canto americano, no te dejaré
ser más allá de mi. Serás en mi cuerpo, en mi alegría , en el saberme tuyo
para siempre, canto americano,
canto
americano encuentro en algún tejado la luz, la impiedad de saberme totalmente
del mundo.
Cuando vuelva a ser los sonidos siempre etéreos del viento, tu esbelta forma
encubierta de luz, me mostrará en el funeral de las horas, la triste alegría
de no haber muerto sino en otros. porque tenemos miedo de andar a tientas. Si
por delicadeza perdí mi vida, quiero ganar la tuya, yo te doy, dame la mano y
vamos ya.
Atrás perdedores, viene el ganador, este siglo
conocerá los halagos del triunfador, uno
que se llevará la muerte a la boca y la morderá a traición cada mañana.
Entre las brujas arpías comadronas, esbeltas coronadas
empedernidas, buscando al hombre aterrado de sí mismo, como si fuera el hombre
oculto de las naves abiertas a la sin razón de los sentidos abiertos, a los
abiertos destinos de una patria inexistente, una madre vieja y un canario muerto
el siglo pasado.
Alcanzaremos sin vueltas el ritmo de la vida, nadie
dudará del escalofrío que reinará entre nosotros, con tantos cambios de
humor, de sentimiento, sublime manantial del horror asesinando la ternura. El
hombre no puede morir definitivamente.
Ella me ama, ella me ama, y eso quiere decir que
tendré que trabajar todo el tiempo que ella continúe en esa tesitura de
amarme. El hombre no puede más, me dice, arrojándose a mis brazos, pero
contigo es distinto. Si, hablar, acentuar las palabras, siempre
puedo.
ENAJENADO, TORTURADO, MUERTO y, sin embargo, me siento
libre, ecuménico, cuando escribo mis versos.
Una especie de mamá moderno, simbólico. Versos, para
todas las almas, para todas las iniquidades un buen poema. Vendrán, seguramente
los intelectuales, a decirnos que el hombre necesita algo de pan, algo de vergüenza,
algo de dignidad. Pero nosotros sabemos que si se tratara de fuego, sería el
incendio de las pasiones. No las incendiadas pasiones, sino las incendiadas
pasiones quemadas por el fuego del símbolo, de la poesía . Un siglo de vida,
triturado en ese simple verso, cae vencido.
Sólo se puede amordazar a los muertos, Con la palabra todavía no saben
qué hacer.
No hay fuerza que termine con la libertad de palabra, porque la libertad de palabra,
depende de la palabra y no del que la pronuncia. La libertad por la cual el hombre
en general, lucha toda su vida es, simplemente, un desatino frente a la libertad
que lo somete. Es decir cualquier palabra puede ser unida a cualquier palabra, y
eso
es una ley. Es decir, la ley vendría a decir que el que habla, por hablar, adquiere
la libertad de lo que habla. Si un hombre mata a todos los universos y queda
sólo, él mismo, al hablar, quedará en libertad y todo recomenzará nuevamente.
Cualquier tirano lo sabe.
Empobrecido pero, todavía, loco, levanto la bandera del amor. Desligado
de cualquier preocupación escribo, porque escribir es un bien, y pienso distribuirlo
entre toda la población. Primero lo haremos por las buenas, después tomaremos el
poder, sólo, para recitar poemas por radio nacional y la primera cadena de
televisión.
El estereotipo madrileño de niño hurgado y hurtado a la vez, por niños
extranjeros, debe ser psicoanalizado, no sólo en los madrileños sino, también, en
aquellos que sirven de partenaire. Es hora que lo comprendamos. El sexo, todo el
sexo del mundo poco puede frente a un revólver bien manejado. A veces un simple
puñal hace temblar mil kilos de sexo libertario.
Enjuguemos las lágrimas una vez más, el hombre se vuelve sobre sí y
todo no es
tan malo, el hombre tiene todavía la capacidad de retroceder.
La solución del problema no la tenemos nosotros, sino un conjunto de
civilizaciones, que si no aceptamos como existentes, jamás podremos tomar de ellas la
sabiduría necesaria para saber qué tenemos que hacer con el mundo.
El mundo es parte de un sistema más general, algo así como una pieza de
un sistema cuyo funcionamiento no participa sino en calidad de pieza a mover por la
política que en otros tiempos se establece.
La bestia tiembla ahora de risa, ha descubierto su ser, igual de bestia, en
todos
los seres. La veneración por la madre, es algo que el hombre actual conserva de
los pueblos primitivos, el mecanismo de adoración sigue siendo el mismo, primero
fueron los elementos naturales después las palabras como dioses y, ahora,
veneración por la madre que nos re mil parió. Después, tal vez el próximo
número, el próximo siglo, podremos palabras como hombres.
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