1981 -MADRID
ESCUELA DE PSICOANÁLISIS GRUPO CERO
Acta de fundación (Junio de 1981)
Después de cinco años de práctica psicoanalítica en
Madrid, desde nuestra llegada en agosto de 1976, tomamos la decisión, por
primera vez en el contexto de lo que se llama Grupo Cero Internacional (Buenos
Aires, Madrid, Cali, Israel), de fundar la PRIMERA ESCUELA DE PSICOANÁLISIS
CERO. Decisión que nos costó dos largos años de conversaciones y se
fundamentó en la necesidad de que la práctica de la gran mayoría de los psicoanalistas y psicoterapeutas en Madrid, rectifique los errores que comete o que
enseña a cometer. Y no sólo por la carencia de los conceptos teóricos
psicoanalíticos sino, también, por la falta de límites que precisamente fijan
estos conceptos.
Queremos decir que sin los límites que la teoría
psicoanalítica fija para su práctica técnica, la práctica no sólo deja de
ser psicoanalítica, sino que se transforma en una práctica ideológica
improductiva.
Queremos oponer a la lectura positivista de la obra de S.
Freud, que concluye sosteniendo y proponiendo la negación científica del
psicoanálisis, una lectura epistemológica tal (materialista) que muestre en su
desarrollo productivo, no sólo que el descubrimiento freudiano es de
carácter científico (y que lo es por su manera de haber sido producido), sino
que siéndolo, pone en cuestión la filosofía (positivista por otra parte) que
rige la producción del conocimiento científico.
Y esto no sólo ha de ser una discusión teórica sino,
también, una posición política, ya que sabemos, que es precisamente en
nuestro medio, Madrid, donde el empirismo ha ganado el corazón de casi todos
los gabinetes de psicología y, lo que es mucho peor aún, el corazón de casi
todas las escuelas que pretenden la enseñanza del psicoanálisis. Territorio,
Madrid, decimos, donde la famosa conciencia ha ganado no sólo la calle, sino
también el pensamiento de aquellos que por su función social (ser psicoanalistas) deberían ser verdaderos soldados del inconsciente.
Esto que decimos se puede ver en el psicoanálisis de la casi
totalidad de los grupos «psicoanalíticos» de Madrid, donde la lógica de la
razón, lleva a la negación del único descubrimiento posible en nuestro siglo,
el inconsciente.
Queremos oponer a una práctica descuidada del psicoanálisis,
que se practica en casi todos los gabinetes de psicología, o bien a una
práctica amanerada
e improductiva que practican los viejos psicoanalistas, una práctica donde la
verdad del método psicoanalítico en su máxima exigencia de transformar, para
ser método psicoanalítico, transforme no sólo la vida del psicoanalizando,
sino también y simultáneamente, la vida del psicoanalista.
Volver
a Freud, no para encontrar en algún lugar oscuro de su obra algo que se les haya
escapado a otros que volvieron, sino volver al Freud de la Interpretación
de los Sueños, para producir en la lectura de ese primer texto de
psicoanálisis, el descubrimiento y la manera de producirlo.
No
volver a la histeria sino a su fundamento, es decir, la teoría del inconsciente.
Volver a Freud, no a cometer el error que él ya cometió, cuando decía que la
palabra por ser dicha curaba, sino volver a la teoría psicoanalítica, donde
Freud ahora nos dirá, que sin la formación de ese campo singular que se
genera en las relaciones psicoanalíticas (y que todos llamamos transferencia) la
palabra no tiene acción.
Volver
a Freud para producir en sus textos lo que él ya produjo, una teoría que pone en
cuestión (y eso no es poco) todo el pensamiento anterior a ella.
En
ocasión del Primer Manifiesto del Grupo Cero, en el año 1971, Buenos Aires
(se cumplen 10 años), hablábamos de la importancia de dos textos clavados en
nuestra mirada: La Interpretación de los Sueños, de Freud; El Capital, de Marx;
que no quería decir que éramos exactamente marxistas o psicoanalistas por
haberlo pronunciado, sino que nuestra mirada, iluminada a la luz de esos dos
descubrimientos: la teoría del
Inconsciente, la teoría del Valor, leería las
teorías presentes en el campo y también las teorías consagradas en ese
momento como instrumentos de lectura. Y pasó como era de esperar, de todo. Lo que
no pudimos, y ahí nuestra insistencia, fue transformar la teoría del valor en
dogma (como ocurre en casi todos los países llamados socialistas y en todos los
partidos de izquierda); lo que no pudimos fue transformar la teoría del
inconsciente en doctrina ( como ocurre en todas las instituciones psicoanalíticas
y también, en ciertos grupos marginales, que más que descentramiento, lo
que muestran es ignorancia).
Sabemos
que muchos, a los que estaba dirigido aquel escrito, viven, trabajan y enseñan
psicoanálisis en Madrid, lo que quiere decir que nuestra insistencia no sólo
tiene el carácter de una repetición, sino más bien el carácter incisivo de
una interpretación pertinente para que todo se transforme.
Madrid
debe leer a Freud, y esta decisión es la que nos lleva a inaugurar nuestra
escuela con un grupo de estudios de la obra de Freud de tres años de duración,
a pesar de que los integrantes (miembros fundadores de la escuela hubieron en su
mayoría de realizar este camino, ya que entre ellos el ejercicio de la
práctica psicoanalítica oscila entre cinco y veinte años. Madrid debe leer a
Freud.
Nosotros
vivimos y trabajamos de psicoanalistas en Madrid, por lo tanto leeremos a Freud, y
éste es el camino que indicamos, por ahora, para penetrar en el campo, cuyos
límites y alcances impone la teoría psicoanalítica.
Por otra parte, no ignoramos que la
obra de Lacan es también una obra psicoanalítica y que por lo tanto tendremos
que leer, pero ya estamos hablando de un segundo ciclo, que no podrá comenzar
en nuestra escuela hasta la finalización del primero y que tendrá que tener
como característica, la lectura productiva de la obra de Lacan a la luz del
descubrimiento freudiano.
Y si hemos aprendido bien lo que
decimos haber aprendido, nadie se puede quedar sin psicoanálisis, es decir, ni
los aspirantes, ni los didactas, ni los integrantes, ni los
coordinadores, ni
los pacientes, ni los psicoanalistas, y ni siquiera el personal administrativo,
si en la escuela los hubiera, tiene excusas válidas para no psicoanalizarse.
Y esto es por fin una ley.
Un integrante de la Escuela de
Psicoanálisis Cero cuando tiene que decidirse por un psicoanálisis
terminable o interminable, sin dudar, porque en ello le va la posibilidad de
ejercer como psicoanalista, debe elegir psicoanálisis interminable.
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