Poesía y Psicoanálisis (1971-1991) Miguel Oscar Menassa -1995

 

1981 -MADRID

ESCUELA DE PSICOANÁLISIS GRUPO CERO
Acta de fundación (Junio de 1981)

 

Después de cinco años de práctica psicoanalítica en Madrid, desde nuestra llegada en agosto de 1976, tomamos la decisión, por primera vez en el contexto de lo que se llama Grupo Cero Internacional (Buenos Aires, Madrid, Cali, Israel), de fundar la PRIMERA ESCUELA DE PSICOANÁLISIS CERO. Decisión que nos costó dos largos años de conversaciones y se fundamentó en la necesidad de que la práctica de la gran mayoría de los psicoanalistas y psicoterapeutas en Madrid, rectifique los errores que comete o que enseña a cometer. Y no sólo por la carencia de los conceptos teóricos psicoanalíticos sino, también, por la falta de límites que precisamente fijan estos conceptos.
     Queremos decir que sin los límites que la teoría psicoanalítica fija para su práctica técnica, la práctica no sólo deja de ser psicoanalítica, sino que se transforma en una práctica ideológica improductiva.
     Queremos oponer a la lectura positivista de la obra de S. Freud, que concluye sosteniendo y proponiendo la negación científica del psicoanálisis, una lectura epistemológica tal (materialista) que muestre en su desarrollo productivo, no sólo que el descubrimiento freudiano es de carácter científico (y que lo es por su manera de haber sido producido), sino que siéndolo, pone en cuestión la filosofía (positivista por otra parte) que rige la producción del conocimiento científico.
     Y esto no sólo ha de ser una discusión teórica sino, también, una posición política, ya que sabemos, que es precisamente en nuestro medio, Madrid, donde el empirismo ha ganado el corazón de casi todos los gabinetes de psicología y, lo que es mucho peor aún, el corazón de casi todas las escuelas que pretenden la enseñanza del psicoanálisis. Territorio, Madrid, decimos, donde la famosa conciencia ha ganado no sólo la calle, sino también el pensamiento de aquellos que por su función social (ser psicoanalistas) deberían ser verdaderos soldados del inconsciente.
     Esto que decimos se puede ver en el psicoanálisis de la casi totalidad de los grupos «psicoanalíticos» de Madrid, donde la lógica de la razón, lleva a la negación del único descubrimiento posible en nuestro siglo, el inconsciente.
     Queremos oponer a una práctica descuidada del psicoanálisis, que se practica en casi todos los gabinetes de psicología, o bien a una práctica amanerada e improductiva que practican los viejos psicoanalistas, una práctica donde la verdad del método psicoanalítico en su máxima exigencia de transformar, para ser método psicoanalítico, transforme no sólo la vida del psicoanalizando, sino también y simultáneamente, la vida del psicoanalista.
     Volver a Freud, no para encontrar en algún lugar oscuro de su obra algo que se les haya escapado a otros que volvieron, sino volver al Freud de la Interpretación de los Sueños, para producir en la lectura de ese primer texto de psicoanálisis, el descubrimiento y la manera de producirlo.
     No volver a la histeria sino a su fundamento, es decir, la teoría del inconsciente. Volver a Freud, no a cometer el error que él ya cometió, cuando decía que la palabra por ser dicha curaba, sino volver a la teoría psicoanalítica, donde Freud ahora nos dirá, que sin la formación de ese campo singular que se genera en las relaciones psicoanalíticas (y que todos llamamos transferencia) la palabra no tiene acción.
     Volver a Freud para producir en sus textos lo que él ya produjo, una teoría que pone en cuestión (y eso no es poco) todo el pensamiento anterior a ella.
     En ocasión del Primer Manifiesto del Grupo Cero, en el año 1971, Buenos Aires (se cumplen 10 años), hablábamos de la importancia de dos textos clavados en nuestra mirada: La Interpretación de los Sueños, de Freud; El Capital, de Marx; que no quería decir que éramos exactamente marxistas o psicoanalistas por haberlo pronunciado, sino que nuestra mirada, iluminada a la luz de esos dos descubrimientos: la teoría del
Inconsciente, la teoría del Valor, leería las teorías presentes en el campo y también las teorías consagradas en ese momento como instrumentos de lectura. Y pasó como era de esperar, de todo. Lo que no pudimos, y ahí nuestra insistencia, fue transformar la teoría del valor en dogma (como ocurre en casi todos los países llamados socialistas y en todos los partidos de izquierda); lo que no pudimos fue transformar la teoría del inconsciente en doctrina ( como ocurre en todas las instituciones psicoanalíticas y también, en ciertos grupos marginales, que más que descentramiento, lo que muestran es ignorancia).
     Sabemos que muchos, a los que estaba dirigido aquel escrito, viven, trabajan y enseñan psicoanálisis en Madrid, lo que quiere decir que nuestra insistencia no sólo tiene el carácter de una repetición, sino más bien el carácter incisivo de una interpretación pertinente para que todo se transforme.
     Madrid debe leer a Freud, y esta decisión es la que nos lleva a inaugurar nuestra escuela con un grupo de estudios de la obra de Freud de tres años de duración, a pesar de que los integrantes (miembros fundadores de la escuela hubieron en su mayoría de realizar este camino, ya que entre ellos el ejercicio de la práctica psicoanalítica oscila entre cinco y veinte años. Madrid debe leer a Freud.
      Nosotros vivimos y trabajamos de psicoanalistas en Madrid, por lo tanto leeremos a Freud, y éste es el camino que indicamos, por ahora, para penetrar en el campo, cuyos límites y alcances impone la teoría psicoanalítica.
      Por otra parte, no ignoramos que la obra de Lacan es también una obra psicoanalítica y que por lo tanto tendremos que leer, pero ya estamos hablando de un segundo ciclo, que no podrá comenzar en nuestra escuela hasta la finalización del primero y que tendrá que tener como característica, la lectura productiva de la obra de Lacan a la luz del descubrimiento freudiano.
      Y si hemos aprendido bien lo que decimos haber aprendido, nadie se puede quedar sin psicoanálisis, es decir, ni los aspirantes, ni los didactas, ni los integrantes, ni los
coordinadores, ni los pacientes, ni los psicoanalistas, y ni siquiera el personal administrativo, si en la escuela los hubiera, tiene excusas válidas para no psicoanalizarse. 
Y esto es por fin una ley.
      Un integrante de la Escuela de Psicoanálisis Cero cuando tiene que decidirse por un psicoanálisis terminable o interminable, sin dudar, porque en ello le va la posibilidad de ejercer como psicoanalista, debe elegir psicoanálisis interminable.

 

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