IV
Morir es fácil, quién será el
próximo.
Y entonces vi el horror.
Sólo su muerte
podía ser más importante que mi poesía,
Sólo el final de su plan
Más importante que mis acercamientos a la verdad.
Veníamos a darnos cuenta,
precisamente el día de tu muerte,
que la fe era necesaria,
que ciertas palabras
-aunque sepamos no significan nada-
deben significarlo todo.
Pensé y lloré todo el
tiempo,
pensé en la libertad de mis alondras,
en la libertad de mis pájaros celestiales.
Tu carne era mi carne.
Brisa de mar, atlántico de noche.
Tu carne era mi palabra en la tierra,
Tu muerte es el lugar donde mi
mente estalla.
No habrá tiempo más justo para el hombre,
ni libertad,
ni nada.
Estamos encadenados.
Misteriosa y cruel es la palabra
que no pronunciaremos.
Además,
la justicia terminaría con nosotros.
Imaginemos las mujeres iguales a los hombres.
Probemos el horror, hagamos la revolución a fondo:
borremos
las diferencias de los rasgos.
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