FREUD Y LACAN -hablados- 5

Miguel Oscar Menassa -2014

 


EL YO Y EL ELLO

III

 – ¿Alguna Pregunta?

Pregunta: ¿Qué es el significante primordial?

 – ¿Ustedes que entendieron?

Llegamos un poco a la conclusión de que podía ser el falo.

Ustedes lo trajeron de un paréntesis que yo hice para hablar de la psicosis.

 Freud habla de una identificación primordial anterior dice, a lo que se llama primera identificación, en realidad lo que llama primera identificación, es como estuvimos viendo en la clase anterior, el desarrollo en el Yo de una instancia que se diferencia del Yo y se le opone como Superyó. Esta instancia del Yo que se transforma, se transforma por identificación, es decir para Freud el niño no tolera bajo ningún concepto perder a los padres, por lo tanto prefiere perder una parte de su Yo y transformar esa parte de su Yo en lo que Freud denomina Ideal del yo, que sería una manera del niño de reemplazar la pérdida que significa la pérdida de los padres.

La identificación primordial, esta identificación primera, dice Freud y Lacan también insiste en eso, se fundamenta o se basa sobre una identificación anterior, que es una identificación al padre, dice Freud, y hace una llamada al pié de página, y dice o a la madre, porque en este momento no tiene sexo, no es como el Superyó, no es como el Edipo, que es el momento de la sexuación del sujeto. En el Edipo hay madre y padre, por decirlo de alguna manera, en esta identificación primordial no hay padre y madre, hay ser viviente.

Es decir que se supondría entonces una relación directa, según los textos freudianos, del Ello en un proceso de identificación sin la existencia del Yo, cuando nosotros sabemos que las identificaciones son precisamente las que forman el Yo, ahora vamos a ver por que mecanismos, entonces esto sería una identificación de la sustancia viviente, no del sujeto psíquico todavía, porque no tiene Yo.

Lo que había dicho que teníamos que pensar, las neurosis establecidas en lo que ustedes permiten decir, la identificación segunda, es decir la identificación que es heredera del complejo de Edipo, el Superyó, sería: el niño está en el Edipo, la relación con sus padres y viene el Superyó, cuando viene el Superyó, el niño guarda en su inconsciente, perdón como lo digo, pero para que se entienda bien, para que se visualice fotográficamente, guarda en el inconsciente el Complejo de Edipo y además instala el Superyó, por eso se le llama al Superyó, el heredero del Complejo de Edipo, es decir aquello que normalmente me pasaba en el Edipo, ahora va a estar regulado desde el Superyó, y ustedes saben que la situación edípica como tal permanece inconsciente. En ese lugar se darían las neurosis, las neurosis serían, me pregunto por el sexo que tengo, es decir por ejemplo, soy hombre o soy mujer y ésa es la histeria, o bien no soy ni hombre ni mujer, o bien soy hombre y mujer, la neurosis obsesiva. Y tendríamos que pensar a la psicosis y por eso se dice, el rechazo, la forclusión de un significante primordial, de un significante más primordial que el falo, por lo tanto no hay falo, porque no hay Otro, porque el falo es la significancia de la existencia del Otro, de la existencia del lenguaje, de la existencia de la metáfora paterna. El psicótico se preguntaría, soy un ser humano o qué, mientras que el neurótico eso lo tiene en apariencia resuelto, y su problema es saber si es hombre o es una mujer.

Vamos a hablar más de eso cuando hablemos de la pulsión, porque Freud aquí en este texto del Yo y el Ello, ya habíamos visto, trabaja primero la diferencia entre consciente e inconsciente, trabaja la diferencia entre Yo y Ello, mostrándonos o haciéndonos la pregunta sobre el método psicoanalítico y su fundamento, cómo es que se hace conciente lo inconsciente. Freud explica claramente que eso en un centro de localidad, no es que lo inconsciente pasa a la conciencia, ni que la conciencia chupe el contenido del inconsciente, o haga caminar la conciencia hasta el inconsciente, sino simplemente que la única posibilidad de transformar lo inconsciente en conciente es la interpretación psicoanalítica, es decir que las diferencias para Freud entre los contenidos preconscientes y los contenidos inconscientes, es que los primeros están unidos a representaciones verbales, por lo tanto se supone que la interpretación es la representación verbal del deseo inconsciente, y como ustedes saben esto es así, por lo tanto si esto es así, no les quiero oír decir nunca más, que la interpretación es una metáfora, porque si la interpretación es como tal el deseo inconsciente, nosotros sabemos que el deseo inconsciente es errático, metonímico, por lo tanto si la interpretación es el deseo inconsciente la interpretación es metonímica.

El tercer capítulo de este texto hablaba de la constitución del Superyó, y habíamos visto que lo fundamental en la constitución del Superyó, era el desarrollo de la fase edípica. El desarrollo de la fase edípica que Freud aclara perfectamente bien cuáles son las dificultades de sus fines, en el sentido de que hay cuatro sexos en juego y además tanto el niño como la niña tienen con la madre y con el padre relaciones al derecho y al revés, es decir que tanto el niño como la niña odian o rivalizan con la persona del mismo sexo y aman a la del sexo contrario, pero también odian y rivalizan con la del sexo contrario y aman y desean a la del mismo sexo. 

El texto genera infinitas posibilidades que no tienen otra manera de resolverse, que la producción del inconsciente en la práctica clínica. Es decir que no hay recetas para el inconsciente de nadie, que cada psicoanálisis es absolutamente diferente al resto de los otros psicoanálisis, y que cuando decimos que la única resistencia es la resistencia del psicoanalista, decimos que ahí, donde el psicoanalista no entiende lo que ocurre, aparece una resistencia.

En el capítulo anterior Freud llega a constituir un aparato psíquico, un modelo de funcionamiento psíquico de tres instancias, Yo, Ello, y Superyó, capítulo que ya vimos la clase anterior, y entonces la pregunta que se hace es cómo, o que relación tiene el Yo, el Ello, el Superyó, con nuestro viejo principio de placer, y con este nuevo descubrimiento de 1920 en “Más allá del principio del Placer”. Es que hay dos clases de instintos, es decir los instintos y vida y además los instintos de muerte. Freud dice, demos por descartado el Principio del Placer, en tanto es parte de nuestros descubrimientos que tenemos que sostener después de 25 años de trabajo. La existencia en el Yo de una instancia denominada Superyó, ya la demostramos en la clase anterior, pero en lo que duda, dice él, es en este nuevo descubrimiento, en la posibilidad de aceptar una pulsión de muerte.

Entonces Freud en el capítulo anterior y en el comienzo de éste, “Las dos clases de Instintos”, lo comienza como si dijera, ya está bien, ya había principio de placer, ahora le agregamos el Yo, el Ello, y el Superyó, además le agregamos la parte inconsciente del Yo, la parte inconsciente del Superyó, entonces no sería demasiado decir ahora que hay un impulso de muerte, una pulsión de muerte. La formulación más rabiosa de Freud en este sentido es “la vida sólo ama descansar esperando la muerte”.

Lo que plantea el instinto de muerte que vamos a empezar a traducir por pulsión, en tanto es muy interesante porque Freud no le llama Instinct, sino que le llama Trieb y en un estudio que vamos a hacer dentro de unas semanas que es “Los instintos y sus destinos”, que hay que traducir por “Los Instintos y sus vicisitudes”, Freud plantea que la pulsión como tal tiene una fuerza, una fuente, un objeto y un fin. Entonces nosotros vamos a tomar esto en el sentido de que normalmente si tiene una fuerza, un empuje, un fin, un objeto, sería como si la pulsión estuviera confundida con impulso, que además se traduce así, el impulso sexual de la pulsión, cuando en realidad la pulsión para Freud es una fuerza pero constante, con lo cual no se puede asimilar a ninguna función biológica, porque toda función biológica es rítmica, es decir que las presiones del hambre y de la sed no son exactamente pulsiones en el sentido freudiano porque suelen ocluirse con objetos precisos, un trozo de pan para el hambre, un vaso de agua para la sed. Freud intenta destacar que la pulsión al encontrarse con el objeto, a diferencia de la necesidad, se da cuenta que no era eso lo que buscaba.

Freud se encarga de discriminar de una manera bastante precisa la diferencia entre necesidad y lo que él llama estímulo pulsional. Con respecto a la finalidad biológica de la sexualidad, la reproducción, no creo que nadie tenga ninguna duda, lo que ocurre es que toda pulsión es pulsión parcial para Freud, porque nunca alcanza el fin de la sexualidad que es la reproducción. 

La pulsión sería para Freud, el montaje mediante el cual la sexualidad interviene en la vida psíquica, es decir que la pulsión como tal para intervenir en la vida psíquica tiene que someterse a la estructuración inconsciente, es decir a las leyes del significante.

El sujeto, dice Lacan es en el campo del Otro, en el campo del Otro es donde están los significantes y lo que le opone Lacan al campo del Otro, el Yo real de Freud, Lacan lo llama el ser viviente sexuado. El sujeto se presenta aquí, dice Lacan, con una doble carencia. La carencia, la falta producida por el desarreglo que se produce en el sujeto al advenir al campo del Otro, en tanto si un sujeto ha de ser un significante para otro significante, si un sujeto va a estar representado por significantes, debemos entender que en el campo del Otro, estaban primero los significantes que el sujeto. Esto es muy fácil de entender.

En el campo del Otro, fuera del sujeto estaban los significantes antes que el sujeto, por lo tanto la carencia, la falta del sujeto en el advenimiento al mundo del símbolo, es que va a estar tachado por ser el significante primero que el sujeto, es decir que se va a producir lo que llamamos la afanisis, que es la desaparición del sujeto, el sujeto tiene una única manera de ser y es ser un significante para otro significante, que en el momento que lo es, le hace desparecer como ser, para transformarse en un significante para otro significante. Esa es una falta, la falta cuyo significante falta en el sujeto al entrar en el mundo del lenguaje por ser anticipado por los significantes, falta cuyo concepto positivo de esa carencia es el falo.

El falo es el significante de la falta del sujeto por su ingreso al campo del Otro, al mundo del Otro. Ese es el campo del Otro, dice Lacan, pero está el campo del ser viviente, y qué es lo que aporta el ser viviente al campo del Otro. Lo que aporta el ser viviente al campo del Otro es la pulsión.

En un gráfico Lacan intenta representar la circularidad de la pulsión. Sale del sujeto, la fuente, bordea al objeto a, no lo toca, y vuelve al sujeto. (Ver y ser mirado- sadomasoquismo).

El ser viviente aporta la pulsión, pulsión que cumple su función como pulsión por salir del sujeto y realizar su fin, no cuando se encuentra con el objeto que sólo bordea, sino cuando vuelve al sujeto. ¿Porqué? Porque lo que busca es algo definitivamente perdido de sí mismo como ser viviente al asumirse como sexuado, en el sentido de que ahora se va a reproducir por sexualidad, quiere decir que ya no es inmortal, por lo tanto eso que pierde el ser viviente, eso que pierde por ser viviente sexuado es la inmortalidad, y ese pedazo del ser viviente que se perdió definitivamente es lo que la pulsión busca encontrar en el mismo ser viviente. La posibilidad que estas pulsiones intervengan en la vida psíquica como sexualidad, es función de la libido. El significante primordial forcluído en la psicosis tiene que ver a mí entender con ese ser viviente de la pulsión.

Freud comienza el último capítulo diciendo “El Yo se halla constituido en gran parte por identificaciones sustitutivas de cargas abandonadas del Ello”. Es decir por cargas de objeto. El Superyó es el monumento conmemorativo de la primera debilidad del Yo y de su dependencia. Por lo tanto el Superyó para el sujeto, siempre es imperativo, por eso dijimos que Freud se ve en la obligación de deslindar dentro de lo que él llama Superyó o Ideal del Yo, la advertencia y la prohibición.

En “Las servidumbres del Yo”, nos va a decir, como el Yo se las arregla, el Yo es un objeto en función imaginaria, para con el Superyó, con los instintos de muerte. Comienza a mostrar lo que llama Reacción Terapéutica Negativa. Nos hace entrar en la problemática de lo que él quiere articular, no perder el principio del placer, no perder la división fundamental entre inconsciente y conciente, agregarle a esto el “Más allá del principio del Placer”, la pulsión.

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