FREUD Y LACAN -hablados- 5

Miguel Oscar Menassa -2014

 

 

LA SEXUALIDAD

APORTACIONES A LA PSICOLOGÍA DE LA VIDA AMOROSA

I

 

El estudio de la vida amorosa siempre ha sido encargado a los poetas, por eso yo vengo a dar esta clase.

Hasta ahora hemos dejado a los poetas la descripción de las condiciones eróticas, conforme a las cuales realizan los hombres su elección de objeto.

No se preguntaron ¿por qué les habrían dejado a los poetas el asunto de la vida erótica? ¿Por qué los científicos dejaban en manos de los poetas el descubrimiento de la vida erótica? ¿Por qué tenían tanto asco los científicos, o por qué creían que la vida erótica no podía ser pasada por el tamiz de la ciencia? ¿Tienen alguna ocurrencia ustedes?

Público: El Arte de Amar… de Ovidio

– ¿De qué años? ¿Qué decía?

P: Desarrollaba ciertas artes de la relación amorosa, las relaciones homosexuales… Daba consejos generales, del comportamiento, hacía una psicología al descubrir el carácter de la mujer, de los hombres cuando tenían que condicionarse al juego amoroso.

– ¿Y qué pasó?

P: Se supone que obtener un reconocimiento acerca de su devoción, iba a poder entrar en el campo de atención de la amada.

– Es decir que Ovidio aconsejaba a los enamorados hombres una conducta pasiva. ¿Era homosexual Ovidio?

P: Lo era en la medida que lo eran sus contemporáneos, había un amor erótico y de corazón por tu amada, que se enamore de su sirvienta, obtenga los favores y  realice…

– Ah, yo tenía una conducta así cuando era adolescente. Iba a los bailes y sacaba a las chicas más feas a bailar para que nunca me dijeran que no en el primer baile, para que vieran cómo bailaba, después entonces sacaba a las más lindas.

Es decir que acercándonos a una mujer que tiene precisamente unos labios feos, y uno le dice ¡qué lindos labios tiene usted! Es como eso que hace Ovidio. A lo que en ella es servidumbre, lo halago.

Eso que la mujer tiene tan despreciado, que es su sexo, si el hombre hace un halago sobre su sexo tan despreciado, es como si amara en ella, a lo que en ella es servil, precisamente por ser un valor despreciado.

P: El discurso era: ¿te sentiste bien conmigo?, bueno, ahora háblale a ella bien de mi…

– Así que para que fueran cultos tuvimos que regresar mil trescientos años, una cultura antigua es la que tienen.

P: Ovidio tenía una descripción muy graciosa donde dice que los defectos de la amada o el amado, parecen al enamorado, cordiales, la manera de andar graciosa…

– ¿Por qué se ríe? No entendí el chiste.

P: Nada, cuando oí joroba, pensé en los genitales masculinos que sobresalen.

– Que sobresalen como una joroba. Una asociación.

¿Ustedes pueden decir francamente, a la cara de cualquiera que tienen vida erótica, como dice Freud en Aportaciones a la Psicología de la Vida Erótica, que en realidad es vida amorosa, erótica es una mala traducción, ¿ustedes tienen vida amorosa?

P: Sí.

– Si levantó tan rápido la mano ¿tendrá vida amorosa?

Sin embargo, Freud dice: la ciencia constituye precisamente la más completa liberación del placer de que es capaz nuestra actividad psíquica. ¿Qué opinan de eso entonces los que tienen vida amorosa?

P: Yo estoy formándome como científico en esta escuela, y parto de que esto tiene que ver con la parte homosexual, los instintos coartados en su fin son muy  interesantes en el aporte a la cultura, y en ese sentido, me identifico con lo que dice Freud, pero también tengo vida amorosa, que no sólo es la ciencia sino que también es importante la seguridad que da un objeto, más allá de tu propia seguridad.

– Vamos a ver. Aportaciones a la Psicología de la Vida Erótica debe querer decir en el campo psicoanalítico años 1910-1912, después de la teoría de Los tres Ensayos, de la teoría sexual, después de los primeros trabajos técnicos, alrededor de la escritura de Tótem y Tabú, debe querer decir que vida amorosa son las relaciones intersubjetivas de los adultos, pautadas por deseos sexuales infantiles reprimidos. Estamos en el contexto de Los Tres Ensayos, de Tótem y Tabú, en los Escritos Técnicos, es decir, ya estamos con el concepto de transferencia, en plena actividad práctico-técnica.

Estamos cerca del primer caso de psicosis, el caso Schreber, estamos más cerca de Schreber que de La Interpretación de los Sueños.

P: E incluso de las diferencias en el campo psicoanalítico, con Adler, con Jung…

– Ya había defendido el psicoanálisis frente a Jung, frente a Adler, perfecto. Ya había como una ciencia, un desarrollo científico estabilizado.

Vida amorosa querrá decir entonces, la vida amorosa del adulto que esté pautada, que esté determinada por vicisitudes infantiles, tanto que él dice que los primeros que nos hablaron de la vida amorosa fueron los enfermos mentales.

A pesar de haber recibido el material amoroso de pacientes psiconeuróticos, debemos recordar que también en individuos sanos, de tipo medio e incluso en personalidades sobresalientes, hemos observado o averiguado una conducta análoga.

Es decir, Freud vuelve a plantear con la vida amorosa lo que ya planteó de alguna manera con la psicosis y la psiconeurosis, con la normalidad y la patología. No existen diferencias notables en los mecanismos de producción de las neurosis, los sueños, o la psicosis.

En la vida amorosa vamos a ver que los mismos mecanismos amorosos se presentan en personas normales, en personas enfermas y en personas sobresalientes, es decir, por su normalidad o por su enfermedad.

Hubo antes del psicoanálisis una psiquiatría poderosa, a nivel de modelo ideológico del estado, que es la psiquiatría todavía actual, en tanto en los países más desarrollados, la psiquiatría forma parte como instrumento de la represión, es un arma; el desarrollo en la Unión Soviética y en Estados Unidos, lo que ellos llaman la guerra psíquica, es un desarrollo potente, pero hubo una psiquiatría inicial, clasificaciones muy antiguas donde por ejemplo, la palabra psicópata que hoy tiene clara connotación social, en aquella primera clasificación, psicópata quería decir desviado de lo normal, y era tan psicópata un sacerdote, como un poeta o como un enfermo mental.

Quiere decir que en aquel primer encuentro con la enfermedad mental, con las transformaciones de la mente, con las posibilidades del psiquismo humano, la psiquiatría está más orientada acerca de una verdad, que después cuando pasa a formar parte de los modelos ideológicos del estado, y entonces ya no le interesa averiguar qué es lo que le ocurre al sujeto psíquico, sino qué le ocurre al sujeto psíquico comparado con lo que dicen los modelos ideológicos que le tiene que ocurrir.

Entonces la palabra psicópata toma una característica social, se transforma solamente en una enfermedad, que se requiere para que se determine una acción social, el alcoholismo está considerado una psicopatía, la drogadicción, la criminalidad, una vida sexual “florida”.

Aquí en España vida sexual florida son dos veces por semana, dos o tres veces por semana, eso es psicopatía en España, porque como están alteradas las relaciones sexuales y lo normal, si además consideramos que una buena relación sexual es aquella que produce la posición orgásmica, tanto en el hombre como en la mujer o en todos aquellos que intervienen en la relación sexual, de esas hay cada quince días de promedio para los veintidós millones de personas activas.

Entonces, por ejemplo, para la clasificación actual, cualquiera de ustedes que por el psicoanálisis o porque le quiere dar el gusto a la mamá, tiene más de tres o cuatro relaciones semanales, es un psicópata sexual, porque eso viene juzgado desde el modelo ideológico del estado.

Estamos hablando del hombre masculino, esto Freud lo ve en el hombre, por lo menos el primer punto. El hombre normalmente elige su objeto bajo tres características, que en realidad son una sola, según vamos a ver.

Primera característica: La primera de tales condiciones eróticas tiene carácter específico, no puede faltar en ninguna elección de objeto masculino. Él dice que esto es un tipo de elección de objeto, como si hubiese otros, pero ahora voy a leer la condición esencial para que vean que existe en todos los casos, se llama el perjuicio del tercero. Esa es la condición esencial para el hombre de toda elección de objeto, y consiste en que el sujeto no elegirá jamás como objeto amoroso a una mujer que se halle aún libre. Esto es a una muchacha soltera o una mujer independiente de todo lazo amoroso.

Su elección recaerá por el contrario, invariablemente en alguna mujer sobre la cual pueda ya hacer valer un derecho de propiedad otro hombre, marido, novio, amante. Esta condición muestra a veces tal flexibilidad, que una mujer indiferente al sujeto o hasta despreciada por él mientras permaneció libre, pasa a constituirse en objeto de su amor en cuanto entabla relación con otro hombre.

Esta es una condición esencial porque al pequeño niño le toca  amar a una mujer que es de otro, su madre. Cuando es un niño pequeño, no tiene más remedio que amar a una mujer, elegir como objeto a una mujer que es de otro hombre.

P: Hay un tango que dice de eso, celebrando la ida de una mujer.

– Si lo recordamos dice: “Araca, o sea Atención! cantemos victoria!,  se fue mi mujer, si me parece mentira, después de tres años volver a vivir, volver a ver mis amigos, vivir con mama otra vez…”. Es decir, era una mujer que no le gustaba porque no se parecía a su mamá. Entonces, primera condición de la elección de objeto en el hombre: que la mujer pertenezca a otro hombre en condición de novio, marido, amante, amigo, u otra religión, otras ideas políticas. Digo esto para que no busquen un masculino de carne y hueso en el bolsillo o en la cartera de ella.

Ya volveremos a hablar de esta condición que es esencial.

 La segunda condición, que ya no es esencial, en el sentido que parece que puede faltar o no, o que daría una u otra característica de elección, consiste en que la mujer casta e intachable no ejerce nunca sobre el sujeto aquella atracción que podría constituirla en objeto amoroso, quedando reservado tal privilegio a esas otras sexualmente sospechosas, cuya pureza y fidelidad pueden ponerse en duda.

Parece que este tema ustedes no lo leyeron nunca por la cara que ponen, así que vivían sin saber lo que Freud pensaba de las relaciones sexuales, normalmente puercas, que el hombre tiene porque se refieren todas a un estado infantil en lugar de referirse a relaciones sexuales de personas adultas.

Entonces, la segunda condición es que ella sea un poco impura. Tiene que ser de otro y sospechosa de virtud, entonces ahí se enciende el deseo sexual masculino.

P. María Magdalena.

–María Magdalena es sublime porque reúne todas las condiciones: es tierna, pero es infiel. En este caso que no es esencial, hay matices. Los matices son los siguientes: desde la casada ligeramente asequible a un flirt, hasta la cocota francamente entregada a la poligamia, donde el sujeto de nuestro tipo no renunciará jamás en su elección de objeto a algo de este orden, exagerando un poco podemos llamar a esta condición la del amor a la prostituta.

Entonces, el perjuicio del tercero, tiene que haber otro para que yo la pueda amar; y la tendencia es el amor a la prostituta, es decir, que asegura permanentemente la presencia de otro hombre en la relación, o porque se pintó los labios, o porque bailó o directamente estuvo con otro hombre, siempre asegura la presencia de otro hombre.

La condición primera facilita la satisfacción de impulsos hostiles contra el hombre a quien se le roba la mujer amada. La segunda condición que exige la liviandad de la mujer, provoca los celos que parecen constituir una necesidad para los amantes de este tipo. Si no hay celos en ellos no están enamorados, sólo están enamorados de las mujeres que les producen celos.

Imagino que para las mujeres debe haber algo parecido, porque yo conozco muchas mujeres muy celosas, muy enamoradas y muy celosas. ¿Usted conoce alguna?

P. A lo largo de los años he ido tratando a varias.

– Se lo ve un poco avejentado. Es muy difícil, el tratamiento de los celos porque tiene que ver con los celos en parte y con la envidia en parte. Entonces como la envidia es inconfesable en la mujer, ella prefiere que se la crea celosa a envidiosa, por lo tanto hay un porcentaje grande de celos imposible de psicoanalizar porque no son celos, es envidia transmutada, proyectada a esa situación de celos.

Se darán cuenta cuál es la conveniencia. La posición de envidia surge cuando no tengo lo que el otro tiene; en cambio en la posición de celos soy poseedora o poseedor de un montón de situaciones. Tengo mujer u hombre, y tengo además quien me roba a la mujer y al hombre, y tengo además los celos, es decir, transformo una situación de carencia en una situación de opulencia aunque me duela, porque doler duele en la conciencia, pero el trabajo inconsciente ¿cuál fue? El trabajo inconsciente fue transformar una situación de carencia en una situación de opulencia.

No hay celos pre-edípicos, no hay celos cuando el hombre es todavía un pequeño animalito. Celos hay en la constitución edípica, con el acontecimiento del tercero. En cambio me animo a pensar, que la envidia puede constituirse en la relación con la madre, pienso, en los alrededores de la fase del espejo, en los procesos de formación de la matriz de las identificaciones.

Cuando el niño consigue la posibilidad de identificarse, de ser el otro, en esa posición esa agresividad primaria, de darse cuenta que sin otro es imposible, ahí creo que nace el sentimiento de envidia. Pienso que el sentimiento de los celos es un sentimiento más evolucionado, en el sentido de que le acontece al cachorro humano, pero ya en posición de humanización, es decir, él, la madre y el otro.

De cualquier manera, estas palabras, por ser palabras que no están escritas en ningún libro, deben ser trabajadas por ustedes en monografías, trabajos e investigaciones, para que algún día podamos decir como se ha dicho en la Escuela varias veces, que el verdadero sentimiento insoportable que funda el aparato psíquico, es el sentimiento de otredad.

Es decir, que lo que no se puede tener no es ni el falo, ni el pene, lo que no se puede tener es al otro. Por lo tanto, la organización genital que surge sobre esa nada, sobre esa verdadera carencia, no de un significante, sino de una ley, de un límite: es porque vamos a morir que no podemos poseer al otro. Es donde se incorpora –pienso yo– lo que después el psicoanálisis psicoanaliza: la envidia y la amenaza de castración, que son como primeras sustituciones, primeras aproximaciones a la civilización, esos sentimientos de envidia y de miedo.

Ahí donde ella envidia, él teme. Ahí donde él teme porque tiene algo que perder, ella envidia. Entonces, no es que la envidia sea peor que el miedo, o que el miedo sea un sentimiento más honorable que la envidia, sino que son dos sentimientos que surgen, uno en el hombre y otro en la mujer, en el mismo momento de la constitución del sujeto.

Más, para mayor singularidad, dice Freud, no es el poseedor legal de la mujer el que le produce celos. Si usted estuviera casada, yo no tendría celos de su marido, si soy este hombre que describe Freud, tendría celos de que usted coquetee con la señorita, con el señor. En algunos casos, éstos sujetos hacen casar con un hombre a esta mujer para que tengan poseedor legal. El extremo es tan grande que convencen a algún amigo y a esa chica que desean para que se casen y los casan. Conozco varios casos clínicos. Otra persona distinta cuyo trato con el objeto de su amor pueda inspirarle alguna sospecha.

En los casos extremos el sujeto no muestra ningún deseo de ser el único dueño de la mujer, y parece encontrarse muy a gusto en un menage â trois. Uno de mis pacientes, a quien las infidelidades de su dama habían hecho sufrir lo indecible, no puso objeción alguna a su matrimonio, incluso ayudó a él con la mejor voluntad.

P: Vuelve a aparecer el término psicópata, alguien trabaja para realizar sus fantasías en la realidad.

– La definición de psicópata es una definición muy bizarra, muy opaca.

P. Hay un intento de capturar en definiciones un proceso, y entonces cuando se dice: donde el teme, ella envidia, y si es envidia es inconfesable y es inanalizable porque se presenta como celos, esa envidia también se puede manifestar como un temor a perder el objeto envidiado, a dañar el objeto envidiado. Es como un proceso dialéctico.

Igual que no se puede tener al otro, el problema de la otredad está en el psicoanálisis desde El Proyecto, enunciado, aunque no desarrollado. Pero, digo, como en clases anteriores también se habló de la envidia al pene como encubridor, como si encubridor fuese inexistente, no determinable.

– Ahí ya está la ideología del que dice. No es importante: es lo único que podría encubrir el vacío de fundación. Es lo único que hay, lo otro no hay, el sentimiento de otredad es una especulación. Hubo de haber sentimiento de otredad que produjo esta disociación y esta partición. Lo que hay, lo que encuentro en el aparato psíquico adulto es la envidia y el miedo. Eso es lo que estabas diciendo ¿no?

P. Sí.

– Es como cuando Freud reconstruye el inicio del deseo. Él dice: sobre las zonas erógenas de la necesidad, la boca, se monta el deseo, pero eso no lo vio, lo especuló, lo desarrolló teóricamente, es si ustedes quieren, metafísico, en tanto es una especulación sobre un origen.

Eso no está. Lo que sí está en el aparato psíquico es que el deseo inconsciente queda asociado a la necesidad. El deseo inconsciente en el aparato psíquico atraviesa las zonas erógenas que cumplieron las necesidades del desarrollo libidinal, la boca, el ano, el aparato genital, o aquella parte del cuerpo que fue sobrecargada en la relación con la madre.

P: Porque en ambos, el miedo a perder ya sea el pene, o el objeto o el amor del objeto, el miedo a perder es una misma manifestación, es un contenido manifiesto también, en ese sentido es encubridor, es encubridor de todas las tendencias inconscientes de devorar al objeto, o de atacarlo…

– Es muy interesante en los tratamientos psicoanalíticos prolongados, el psicoanalista habla de la envidia casi desde el principio del tratamiento por una observación del paciente, porque el paciente cuenta una situación donde su conducta fue producida por la envidia; pero lo interesante es que el paciente no llega a hablar de la envidia hasta muy avanzado el tratamiento. Yo diría que es absolutamente imposible para una persona de nuestro siglo, tirada en el diván, hablar de la envidia antes de los seis o siete años de tratamiento, a pesar de que cualquier psicoanalista de la sala podría reconocer que a sus pacientes les interpreta la envidia desde el primer momento, de alguna manera se lo dice.

O porque el paciente quiere ocupar el sillón, o porque el paciente llega tarde, porque no paga, porque se va antes, porque no tolera las interpretaciones, porque le parezco siempre demasiado bien vestido cuando en realidad no estoy demasiado bien vestido, porque me atribuye funciones divinas, funciones de mujer cuando soy hombre, funciones de madre cuando soy psicoanalista. Hay una variada gama donde es posible interpretar la envidia, señalarla. Pero el paciente no la contiene como discurso hasta muy avanzado el tratamiento.

Es decir, como una muestra realmente de que es uno de los sentimientos tal vez más prohibidos, más que ciertas perversiones sexuales. Si por la calle hacemos una encuesta y les decimos a las personas qué prefieren, las perversiones sexuales o la envidia, la gente terminará diciendo la envidia, todo el mundo es envidioso dirían. Pero esto es falso, es una cosa de fachada. Cuando aparece la verdad, la envidia es el sentimiento más prohibido.

Después de la envidia, y es donde comienzan mis pensamientos acerca de que es el otro lo que no puedo tener, aparece un sentimiento aún más prohibido que la envidia, el poder sobre las otras personas.

Después de psicoanalizada la envidia, aparecen fantasías de dominio de personas, de esclavizamiento de personas, de compra de personas. Es decir, que una vez interpretada la envidia, el sujeto intenta repetir la experiencia donde no va a poder, a menos que abandone definitivamente la moral imperante, cuestión que en todos los casos en nuestra sociedad capitalista, plantea la adquisición de dinero, ya que la adquisición de dinero en nuestra cultura, no coincide con la tenencia de una moral, no es que una moral tiene dinero y que la otra moral no tiene dinero, sino que la moral y el dinero no coexisten juntas. El que quiere tener moral no puede tener dinero, y el que quiere tener dinero tiene que abandonar ciertas reglas, ciertas ecuaciones morales.

Es tan rígida la moral sexual cultural impuesta a nosotros que si queremos alcanzar una sexualidad fuera de esto, hay que dejar de ser moral, porque ésta es la ciencia del sujeto psíquico que se constituye en una moral sexual cultural.

Recuerden que cuando vimos el proceso de la mujer que era infiel o insatisfecha, o neurótica, si cumplía la ley, para no ser insatisfecha, ni infiel, ni neurótica, tendría que ser inmoral, es decir atentar contra la moral sexual cultural, ser una cosa diferente a lo que está pautado en la moral sexual cultural como posibilidad. Para tener sexualidad hay que dejar de ser moral. En el campo del dinero pasa lo mismo, porque la sexual moral económica no le permite al ciudadano normal tener dinero, entonces para tener dinero hay que ser un ciudadano anormal. Para tener sexualidad hay que ser un ciudadano anormal. Porque el cumplimiento de las leyes lleva a la mujer a ser infiel, al hombre a amar la infidelidad para poder desear. A ella a sentirse perdida por los sentimientos sexuales que tiene, porque están en contra de la moral sexual cultural, y a él en lugar de amarla y desearla como dice Freud, uno de los caracteres más singulares de este tipo de amante, es su tendencia a salvar a la mujer elegida.

Es decir que lo que más ambiciona un hombre moderno, es agarrar a una mujer en el fango vital de la ignominia, de la prostitución y llevarla al altar de la pureza y la dignidad humana, que quiere decir, una mujer que mantiene relaciones sexuales según las leyes impuestas por nuestra moral sexual cultural.

P. Se podría pensar lo sexual como encubridor, lo que aparecería después sería el tema del dinero, y en última instancia la mortalidad…

–La experiencia del orgasmo, se sepa o no se sepa, se sienta o no se sienta, verifica la experiencia de nuestra futura muerte.

Orgasmo femenino

El orgasmo en la mujer es un estado psíquico.

Todos sus movimientos voluntarios e involuntarios están, hasta los más pequeños, determinados por la constelación fantástica con que la mujer transita por estos territorios.

Desde morir en los brazos de su amante hasta ser la estrella marina que guíe por las noches la sinrazón del hombre en general.

 Cuando ella alcanza el tiempo de gozar en posición femenina, todo su cuerpo es zona erógena capaz de dirigir desde cualquiera de sus puntos, lo que también es capaz de iniciar y aún, ciertas palabras, ciertos gestos o miradas del amante pueden provocar el inicio de lo que en ella anuncia el porvenir de un orgasmo que, cristalizará en realidad orgásmica o en fracaso según las fantasías sexuales que hayan guiado sus movimientos previos.

Fantasías que como ya hemos aprendido van desde el deseo de ser satisfechas hasta el deseo de no ser satisfechas. Hablar del orgasmo femenino para decir que a veces yo, el hombre, lo deseo más que ella misma, es comenzar diciendo algo.

Cuando nos encontramos en plácidas tardes, tardes en que el amor anida en su mirada, sólo mi cuerpo muerto, perdido, enloquecido de silencio, la hace gozar.

Orgasmo, orgasmo, ella lo tiene siempre y no lo tiene nunca. Débil o espléndido, su orgasmo vive acosado por la vergüenza, acosado por la moral, acosado por la infidelidad y sus castigos, aunque la infidelidad sea imaginaria.

Después, en ella siempre hay un después fuera de las palabras y del tiempo, aquieta su furia por morir en mis brazos, ajena a la ternura y al odio, librada del ruido ensordecedor de sus cadenas, comienza su propia danza ritual.

Ella cuando danza siempre es única.

Desesperada, abierta, inolvidable.

Nunca recuerda nada de la vez anterior y danza y se retuerce y gime. Suspira lentamente y grita mi nombre, como si mi nombre fuera el nombre de un dios, y vocifera pequeñas palabras incomprensibles para decir que, todavía no puede y se contonea de una manera brutal y aúlla para anunciarme que todo en ella está a punto de estallar.

Y cuando para mí ya es imposible detener mi propio orgasmo, porque entre sus quejidos ella me pidió que la llevara conmigo, ella todavía tiene el poder o no, según su fantasía, de advenir conmigo a la palabra.

Bestia encendida del amor, violenta y apacible seda sobre mi piel, sobre mis ojos, su cuerpo se levanta del mar contra mis propias esperanzas.

Incendio, bocanada agreste de sol, vivo entre sus llamas.

Incendio, campanada de profundo calor, una palabra, una carne.

El orgasmo múltiple

El orgasmo múltiple es una cuestión en el sentido de las zonas erógenas capacitadas para la producción del orgasmo. Algunos dicen que el clítoris y el glande, no en realidad el pene sino el glande, la parte superior del pene, y el clítoris en la mujer, serían los “órganos capacitados para producir el orgasmo”. Entonces hay una discusión acerca del orgasmo múltiple, el orgasmo producido por otras zonas erógenas.

Imaginarse las relaciones sexuales entre una mujer y un hombre dependiendo solamente de aquellos órganos alrededor de los cuales se organiza la sexualidad correspondiente, en ella la vagina, en él el pene, es como considerar para hablar de un árbol sólo su tronco no teniendo en cuenta, como si no formaran parte del mismo fenómeno sus ramas, las hojas, las posibles flores, las necesarias raíces.

Es decir, múltiples deberían ser las posibilidades de encuentro entre un hombre y una mujer, ya que sin brazos, sin piernas, sin infinitas fragmentaciones, sin pies, sin manos, sin unidad sublime, sin reduplicación de mis órganos, de mi personalidad, de una boca abierta a la espera de recibir los espíritus de la alegría, sin lenguas hurgando los misteriosos y a la vez fantásticos rincones, sin amor, sin cabeza, sin corazón, sin piel, el orgasmo no sólo deja de ser múltiple, sino que también deja de ser orgasmo.

P. Parece el chiste de Einstein.

– Ahora ha comprendido, pero ya no es más la teoría de la relatividad.

Acerca de la necesidad del orgasmo.

Descartando que puedan existir “relaciones muy placenteras”, sin producción de orgasmo, que más del cincuenta por ciento de la población mundial no vio nunca un orgasmo y que el resto de la población sólo puede a veces, y la gran mayoría de las ocasiones, no exactamente en el lugar y con la persona que hubiesen deseado, y teniendo en cuenta lo importante que es en estos tiempos, que los ciudadanos no mueran por las calles atacados por su falta de orgasmo, o por sus orgasmos mal habidos, o incompletos, o no del todo satisfactorios, entonces podemos decir, el orgasmo no siempre es necesario.

Pero como ya sabemos, las relaciones sexuales implican toda la vida del hombre y de la mujer, porque las relaciones sexuales son el soporte material sobre el que se desarrollan sus vidas.

Y si el orgasmo es, la culminación del placer sexual, pensamos que debería ser necesario, cuando no obligatorio para todos los hombres, para todas las mujeres, poder culminar sus acciones, sean estas sexuales o sociales.

Poder ser recompensados con la sensación de infinitud que sólo concede el orgasmo, sensación donde el pequeño hombre se aleja de su pequeña dimensión, donde a solas con su propio cuerpo, o bien a solas con el propio cuerpo de la madre y toda la ceguera en soledad, para alcanzar una dimensión donde el hombre, la mujer, altiva y siempre diferente y la muerte, bailarán para quien se anime a soportar que la existencia material de los hombres es finita, una danza donde la muerte sorprendida por mi promesa de que algún día moriré, deja paso al amor, y ahora por fin, hombre y mujer no sólo pueden tener todos los orgasmos que crean convenientes, sino que además si lo desean, hombre y mujer pueden sentarse a conversar sobre el futuro porque ya no le temen a la muerte.

El orgasmo en el hombre.

Se debería primero antes de entrar de lleno en el tema del orgasmo del hombre, despejar equivocación común –común quiere decir ideológica, del estado, de los colegios, de los maestros, de los directores, de los rectores de las universidades, del presidente del gobierno, una equivocación general– que hace coincidir el orgasmo en el hombre con la eyaculación.

Hacer sinónimos el orgasmo y la eyaculación, reduce la capacidad orgásmica del hombre a su capacidad reproductora. Un hombre, que si bien en los sistemas actuales generados precisamente por la transformación de la sexualidad masculina, no alcanza casi en ningún caso la capacidad orgásmica que alcanza en la mujer, sin embargo se han dado por ahora sólo pruebas de poder gozar, además de con su pene, con otras partes de su cuerpo.

Con el esplendor de un paisaje desesperado, frente a una obra de arte que permanece durante siglos inalterable, con las palabras de ella cuando se nos entrega definitivamente porque el próximo año ya no sabría qué hacer. Sin embargo, decimos que el hombre no puede gozar mucho de la sexualidad naciente, porque los modelos ideológicos populares, médicos, científicos e intelectuales, dicen que sólo pueden tener orgasmo cada vez que eyaculan, es decir, cada vez que son capaces para la reproducción, entonces ahora sí pueden tener orgasmo.

Con esa sexualidad así empobrecida se entiende que no se encuentren hombres capaces de poder satisfacer la sexualidad de una mujer. Lo que se desprende de esta verdad cotidiana es una transformación, donde el hombre en lugar de reflexionar sobre su impotencia psíquica, declara anormal o loca, o exagerada la sexualidad de la mujer, por ser imposible de satisfacerla, y entonces la reprime.

¿Ustedes vieron alguna vez un orgasmo? sobre todo los que van a hacer clínica psicoanalítica, hay que poder distinguir entre un orgasmo y convulsiones de primer orden y de segundo orden, convulsiones epilépticas, en el relato. No es un escalofrío.

Por ejemplo, ustedes son capaces de decir como escuché en la radio hoy, que las fallas son una expresión orgiástica, el pueblo es feliz.

Tuve un sueño diurno, soñé que iba a ser alcalde de Valencia e iba a prohibir las fallas. Mil millones anuales, es mucho dinero eso, es un plan valenciano, si no están gastando nada en este momento en eso.

¿Qué escucharon de las fallas? Yo lo único que escuché fueron las cifras gastadas, lo otro me pareció demasiado tonto, que la gente siga saltando alrededor de muñecos quemados como en la época prehistórica.

P. También tiene un valor de sacrificio ritual.

– Si, queman al alcalde simbólicamente, pero el alcalde sigue haciendo lo mismo, cuando sería mejor hacer una crítica constructiva de la gestión, seguramente se modificaría esa ciudad.

Lo que les quise decir es que no se pueden gastar un montón de dinero como el que se gastan y ser tan poco productivos, ya les pedí cuatro investigaciones este año, por eso después no vengo a dar clases a tercer año, porque no investigan las cosas que les dicen que tienen que investigar.

Están preparando la monografía individual seguramente, eso están haciendo, individualistas, están todos preparando para sacarse una nota a fin de año, hay un montón de cosas para investigar, el otro día lo dijimos de la psicosis, todavía no se formó el grupo de investigación de la psicosis. Ahora, hay que preguntarse qué es un orgasmo, porque nunca se preguntaron, el orgasmo se tiene o no se tiene, se sufre o no se sufre, uno se psicoanaliza veinticinco años, toma pastillas para tener orgasmo, pero pensar qué es el orgasmo…

P:…

– Yo le hablo del conocimiento y usted me habla del poder. Yo no digo que no sean poderosos.

P. Eso no significa que me lo aprueben.

– Pero yo pregunté por el conocimiento y ustedes me contestaron por el poder, eso es la realidad. Yo no digo que no sea importante hablar del poder, pero cuando uno pregunta por el conocimiento se tendría que poder responder por el conocimiento.

Es decir que son muy poderosos y poco estudiosos. Voy sacando mis conclusiones.

Hasta la próxima.
 

 

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