FREUD Y LACAN -hablados- 4

Miguel Oscar Menassa -2013

 

INTRODUCCIÓN A LOS HISTORIALES

CLÍNICOS

 

Vamos a comenzar el estudio de los “Historiales de la Histeria”, dentro de este período de reconstrucción de los modos de producción de la ciencia psicoanalítica, recordando algunos conocimientos epistemológicos recomendables para su lectura.

En primer lugar debemos destacar la noción de proceso, nos vamos a situar en el momento de la ruptura y diremos que el período que le antecede es precientífico, es la arqueología de la ciencia. Esto nos permitirá plantearemos en principio el interrogante sobre la técnica en relación con la teoría. Si no desarrollamos un poco la historia epistemológica de la técnica, todos los desarrollos de la teoría están sin su momento de inscripción, de realización.

Una ruptura exige el pasaje de un conocimiento sensible a un conocimiento conceptual que se produce en escritura y es material, no por los signos de la letra, sino material en tanto concepto articulado en un campo específico y delimitado, con relaciones entre sistemas que siguen este movimiento sobredeterminado, es decir, con existencia suprasensible, material, no corpórea, que aplicados en la realidad la transforman, y aplicados en la práctica producen la transformación del sujeto que se somete a la experiencia.

Freud en “La Interpretación de los Sueños”, define objeto, técnica, método psicoanalítico, delimita la autonomía del aparato psíquico circunscribiendo su campo y nos presenta una relación invariante de los conceptos que se articulan en la estructura psíquica regida por los tres principios: el tópico, el dinámico y el económico.

Llega a tan alto grado de teorización, mediante la realización de un trabajo, con la filosofía de los principios científicos de su época, el principio de inercia y el principio de constancia físicos, sus conocimientos de la neuroanatomía, instrumentos con los que trabaja el  “Proyecto de una Psicología para Neurólogos”, también de 1895, que es a su vez instrumento para la ruptura.

Los Historiales, constituyen lo que llamaremos la materia prima que Freud recoge de su práctica clínica, sobre todo con las pacientes histéricas.

Es decir que para producir el concepto de Inconsciente, Freud tuvo que producir el sistema de conceptos que resultaron de la transformación de esa materia prima, a la cual aplicó los instrumentos adecuados, obteniendo un primer resultado teórico sobre la materia prima.

El tiempo que utilizaremos para esta lectura, es el tiempo futuro anterior, en tanto ese proceso de conocimiento no es un proceso continuo que viene del pasado y se cristaliza en un presente, como si la historia del inconsciente comenzara con Galileo, o la primera vez que se usó la palabra inconsciente; no como si Freud estuviera dibujando una cara y primero hiciera los ojos y luego la oreja y así sucesivamente, sino que partiendo desde el dibujo terminado, reconstruyo la manera de producirlo y considero ese producto con la doble función de producto-efecto de un trabajo y reconstruyo.

Si recapitulamos, existencia material, realidad, tiempo, son elaboraciones teóricas que en tanto teóricas y formales-abstractas, tienen que ser reconstruidas como un resultado, no como un punto de partida. La realidad no está en el punto de partida de ninguna ciencia, no está en el objeto inmediato sensible de ninguna experiencia científica, está en el proceso de elaboración y en su inscripción.

Desde la construcción decimos que los historiales clínicos son materia prima para “La Interpretación de los Sueños”, presente donde está actualizado un pasado.

Marx, en la tesis III sobre Feuerbach, dice que el hombre es un producto de las circunstancias, pero las circunstancias son también producto de la actividad humana, de manera que la sociedad es un punto de cierre pero también un punto de partida. De la misma manera lo es “La Interpretación de los Sueños”.

Cuando leemos Los Historiales, momento relativo a la materia prima, vemos que la técnica es anterior a la teoría y que un obstáculo en la técnica exige modificación de la teoría y la práctica, pero una vez establecida la ruptura, es la teoría la que va a dar cuenta de la práctica técnica.

Entonces, en Los Historiales hay teoría, método y técnica precientíficos, se mueve en un campo empírico, de descripciones fenomenológicas; influencias (relación del cerebro con las parálisis, teoría de la conversión, importancia de lo psíquico sobre lo somático, simbolización y estudio del discurso), antecedentes, desarrollos que luego serán constitutivos de la teoría de la defensa, represión, resistencia, nociones a ser transformadas en el contexto de una estructura teórica del psicoanálisis.

Estos elementos los debemos colocar en una estructura productiva porque si no haríamos una epistemología continuista. Así el inconsciente precientífico, no es el inconsciente psicoanalítico, es una ampliación de la conciencia, no una conciencia, un estado segundo de conciencia, cuerpo extraño, o antes de lo mágico, el demonio o Dios.

En cambio, en la epistemología materialista, el proceso del conocimiento es discontinuo, lo cual se podría sintetizar diciendo que es una formación científica, necesariamente no pre-existía cuando se fundó, o que en el período precientífico no pre-existía la teoría del inconsciente.

Recordando la metáfora freudiana, el inconsciente no brotó de la piedra ni cayó del cielo. Es decir, no es la piedra de Moisés de la cual brotó agua, ni el maná que cayó del cielo, sino que nace de ese proceso productivo previo que se define por ruptura.

Para negar el trabajo se suele atribuir la ruptura al genio de Freud o bien a su divergencia de opinión con Fliess, como si ruptura significara el fin de esa dependencia afectiva, lo cual puede ser un problema psicológico pero no epistemológico.

Cuando vimos la introducción epistemológica, pusimos el énfasis teórico como preeminente, condición indispensable para esta lectura y marcamos la ruptura, ahora para reconstruir la historia del proceso práctico-técnico, viendo esta arqueología de “Los Estudios sobre la Histeria”, es indispensable que pasemos a la modalización de la posibilidad. Lo que en la teoría funciona como verdad científica, en la práctica es verosimilitud, opinión. Esto se puede notar en el material lingüístico que ofrecen los historiales, cuando Freud interpreta nunca dice “es”, sino que dice: “no será que…, tal vez, parece que”, y de esa manera va articulando sentidos.

Entonces, modalizando se pasa de lo formal abstracto a lo formal concreto, en términos de conocimiento, pero la relación con el paciente no es sólo un proceso de conocimiento sino una relación real.

En Los Historiales, podemos notar cómo en el primer caso que tomó Freud, “Emmy”, la acción de Freud se da a nivel de sugestión y órdenes, por ej.: no tendrá más náuseas, no tendrá miedo, olvidará…, mientras a medida que va cambiando y modificando su teoría, a medida que va reparando en el sentido y la fuerza, el desplazamiento de cargas, a él ya no le interesa imponerse al enfermo sino orientar su proceso.

Nos planteamos entonces otra de las características de este período, donde, estudiando la histeria llega a procesos psíquicos más generales y es que su avance se hace sobre las dificultades, los escollos que encuentra en el camino, la imposibilidad de hipnotizar a todos los pacientes, el cambio de un síntoma a otro sin que haya transformación, la comprensión de que la palabra por sí sola no curaba si no se producía una movilización de fuerzas –fenómeno de la transferencia–y a nivel teórico, estos obstáculos iban produciendo desarticulaciones, cortaduras que le llevaban a modificar y a replantear el camino andado. Un obstáculo en cualquiera de los planos teórico, práctico, o en el método dentro de su teoría de la catarsis le movilizaba, le desestructuraba todos los fundamentos del método catártico.

Se marcha del error a la verdad, problema epistemológico general, o se marcha a través de las formas del discurso y de lo verosímil a una verdad apuntada, a un esclarecimiento que tampoco es un cierre.

La cura –después de la ruptura– en ese término es no la producción de algo pasado, no la reproducción, sino la producción de un estado nuevo. No basta comprender el pasado. Para modificar síntomas hay que movilizar fuerzas. Por eso decimos que la teoría de la catarsis es una interpretación de tipo puramente intelectual, donde se trata todavía de hacer lo desconocido conocido, llegar al conocimiento, que hay que diferenciarlo de la reconstrucción de sentido y vincular su enlace con los sucesos de la vigilia.

Los casos de histeria de Los Historiales escritos por Freud, como ya hemos dicho, los tomaremos con respecto a “La Interpretación de los Sueños”, como materia prima, como resultante de materia prima procesada o como materia prima de “La Interpretación”. Entonces tenemos que reparar en que, desde la reconstrucción le llamamos materia prima, porque para Freud era teoría en muchos casos.

Para la psiquiatría, una parálisis histérica, dependía de ligeros trastornos funcionales de las mismas partes del cerebro cuya grave lesión provocaba la parálisis orgánica correspondiente, para Freud el síntoma histérico se produce cuando la energía de un proceso psíquico no podía llegar a la elaboración consciente y estaba dirigida hacia la inervación corporal.

Es decir, los procesos psíquicos rigen ciertos procesos corporales, o sea, trabaja en un campo psíquico que se manifiesta en términos de palabras. Lo afectivo, lo psíquico puede ser causal de lo orgánico.

La teoría de la catarsis es precientífica no por carecer de ordenaciones conceptuales, sino por carecer de objeto de conocimiento.

En Los Historiales de la Histeria, se producen transformaciones que no siempre son previstas, que nunca son verdaderamente controladas ni producidas en función de la teoría. La teoría no tiene la capacidad de anticipar, y los hechos están de alguna manera imponiéndose.

No es Emmy quien le dice “No me toque”… es el efecto no controlado por Emmy, no es el “Es más fuerte que yo”, esto ya es efecto del inconsciente. Es la exigencia del proceso real (realidad psíquica) y si extremamos la metáfora diremos que el inconsciente habla.

El problema del sentido y la fuerza está planteado en Emmy, aunque en un lenguaje psicoanalítico, está refiriéndose a un saber, a un no-saber, a un no-conocer, a un desconocer no reconocer, a un decir o no decir.

Él reconoce un juego de fuerzas entre médico y paciente cuando dice: “Mi influencia sobre la enferma se manifestaba ya desde el comienzo de la sesión de masaje”. Él reconoce la transferencia, pero la desconoce, la describe dentro de los supuestos de la sugestión, la sugestión para la psicología de la época y la actual, lo mismo que la imitación, explicaban lo que aún no había sido conceptualizado, como el flogisto para la química que explicaba todas las combustiones antes que Lavoiser descubriera el oxígeno y su importancia en las mismas; explicaban lo que aún parecía mágico, incorpóreo. La diferencia con la sugestión se da a partir del fundamento sexual, energético de la libido.

Es en el mismo historial de Emmy donde hace una lista de sucesos traumáticos que producirían determinados efectos psíquicos, así dice: el miedo a las personas extrañas y en general a todo el mundo, demuestra ser un residuo de la época en que se vio perseguida por la familia de su marido, el miedo a los manicomios, a tal cosa, y el asco a tal otra de lo que estaba comiendo, etc. Pero él mismo duda de este mecanismo y dice: “A mi juicio, estos factores psíquicos sólo pueden explicar la elección de las fobias, no su duración”, y entonces habla de un “factor neurótico” ya que la paciente observaba una completa abstinencia sexual desde años atrás, es decir, está reconociendo este campo.

Se confunde sin embargo, porque toma aún un efecto: la abstinencia sexual, como causa, pero va reconociendo que tiene que ver con lo sexual e intuyendo porqué las pacientes le relataban muchas historias de la infancia y se lo dicen incluso: “es lo sexual infantil”.

En el historial de Catalina se acerca más aún, al ponérsele en evidencia la relación incestuosa que Freud mismo tiene reparo en explicitar, ya que aclara en una nota posterior de ese trabajo, que el tío de Catalina es en realidad su padre.

En Ana, caso de Breuer, quien firma con Freud los “Estudios sobre la Histeria”, al cual pertenece el capítulo de Los Historiales, ellos dicen que todos los síntomas se hallaban en relación a los cuidados que le había prodigado a su querido padre durante la enfermedad, todos los fenómenos patológicos habían encontrado ahí su sentido. “Era además un carácter general de los síntomas el haber nacido en situaciones que integraban un impulso a la acción, la cual no había sido, sin embargo, llevada a cabo, sino omitida por motivos de otro orden. En lugar de las acciones omitidas habían surgido los síntomas.

En el caso Emmy dice: “He de referirme aquí a mi pequeño trabajo en el que intenté dar una explicación psicológica de las parálisis histéricas, llegando a la conclusión de que la causa de tales parálisis era la inaccesibilidad de un círculo de representaciones, por ejemplo, el correspondiente a una extremidad, a nuevas asociaciones”. Esta inaccesibilidad asociativa procedería a su vez, de que la representación del miembro paralizado se hallaba incluida en el recuerdo del trauma, cargado de afecto no derivado y que éste es también el mecanismo de ciertas abulias, (falta de apetito de Emmy, por ej.) y que las abulias no son sino parálisis psíquicas muy especializadas.

Los motivos traumáticos y los impulsos anímicos enlazados quedaban perdidos para la memoria del paciente como si jamás hubiesen sucedido, mientras que sus efectos permanecían inmodificables como si para ellos no existiera el desgaste por el tiempo. Esto también lo observaba en las sugestiones post-hipnóticas, donde el paciente no recordaba la orden pero la realizaba como compulsado a hacerla.

El nódulo del método catártico se mantiene en el psicoanálisis, claro que éste no sólo atiende al problema del sentido, no sólo reconstrucción cognoscitiva, no sólo autoconocimiento, como supone Freud con la teoría de la catarsis donde dice: “Mi terapia se enlazó a la marcha de dicha actividad mnémica e intentó solucionar y derivar, día por día, lo que en cada uno de ellos surgía en la supervivencia, hasta que la provisión asequible de recuerdos patológicos pareció quedar agotada (nunca lo consiguió), sino también el control, operación de fuerzas, transformación, autocontrol y auto transformación, y eso se consigue con la interpretación psicoanalítica y la lectura de la transferencia cuando además el paciente acepta ser psicoanalizado, es decir se somete al tratamiento”.

La cura, en este término, no es la reproducción de algo pasado, sino la producción de un estado nuevo.

Esa diferencia es una de las causas por las cuales Freud dice, que si bien el resultado terapéutico fue, en general muy considerable, fue poco duradero, pues Emmy conservó intacta la capacidad de volver a enfermar bajo la acción de “nuevos traumas”.

Si bien Freud no tenía la teoría del significante, trabaja sobre el discurso, repara en el “no me toque” de la paciente, lo sigue a través de las sesiones y dice: “Compruebo, pues, que su conducta en el estado de vigilia es determinada por la experiencia adquirida en el estado de sonambulismo del cual despierta diciendo: Creía no saber nada”. Quedan por lo tanto señalados problemas del discurso y problemas del saber.

En la página siguiente continúa: “Le pregunto si recuerda lo último que hubo de relatarme, si no tiene idea de que ayer nos quedara alguna cuestión para aclarar, a lo cual ella responde: “No me toque”, es decir no me haga hablar.

Freud se encuentra con significantes que le remiten a posibles significados, si bien en el tratamiento de esta época, hace afirmaciones rotundas, o bien opera ciertas imposiciones a nivel técnico sobre las enfermas, no está lo que después queda clarísimo desde la teoría del inconsciente, es decir que la interpretación se moviliza sobre las posibilidades y definiéndose en el movimiento de las posibilidades; posibilidades que se van a caracterizar en el proceso, a nivel de la opinión, o bien de secuencias de opiniones o de conjeturas que se van articulando en todo un proceso y que si tienen su articulación progresiva, consiguen una reconstrucción de significados, una construcción de una historia de deseos que hacen converger todo el proceso de una práctica técnica psicoanalítica a una determinación válida de una construcción resultante, a un resultado de transformación del sujeto.

Años más tarde dice Freud en el epílogo del caso Dora: “Puedo tan sólo asegurar que al emprender el estudio de los fenómenos que nos revela la observación de los psiconeuróticos, no me hallaba influido por ningún sistema psicológico y que he ido formando y modificando mis opiniones hasta que me parecieron adaptarse perfectamente a lo observado. No tengo el orgullo de haber   cual si fueran objetos tan indudables de la psicología, como todo lo consciente. Pero estoy seguro que todo aquel que emprenda con igual método la investigación de tales fenómenos, acabará por compartir mi actitud, a pesar de todas las advertencias de los filósofos”.

 

Índice Siguiente