PONENCIA INAUGURAL.
VI Congreso
Internacional Grupo Cero
La Depresión una
enfermedad sin rostro
1998
DIFERENCIA ENTRE SALUD Y
ENFERMEDAD
UN EJEMPLO: DUELO Y
MELANCOLÍA
V
V Diferencia entre salud y enfermedad (1/3)
He preparado quince intervenciones para hablarles de la dificultad en la cual me veo. Por ejemplo un pequeño paréntesis, nunca me gustó dar las conferencias inaugurales de los Congresos porque es el momento del Congreso donde hay menos gente, siempre pasa lo mismo, son a las 10 de la mañana. A mí me gustaría dar la ponencia inaugural a las 8 de la noche, pero nunca, nunca tuve esa suerte, siempre envidio a mis discípulos que con eso de que son más jóvenes hablan a las 8 de la noche. Una de las ponencias que seguramente voy a publicar en alguna revista, que no voy a tratar hoy, era una ponencia donde de una manera brillante, saliéndome de mi capacidad como escritor había preparado, una conferencia de ocho páginas donde ustedes no entendían absolutamente nada y yo quedaba bien; esa era una. Después preparé otra conferencia donde yo hablaba de los pacientes con cierto grado de depresión o melancolía que yo había tratado a lo largo de 30 años que llevo de ejercicio, bueno por decir una cifra, creo que son más de 30 años, serían 30 años si hubiera empezado a los 27 y a los 27 años ya era director del Grupo Cero.
Otro paréntesis, recordé un médico que hizo un tratamiento para los chicos que se meaban en la cama. Era genial el tratamiento, el señor tenía el cien por cien de curación ¿qué hacía? Fácil. Se meaba un chico a las dos de la mañana y se levantaba a las dos de la mañana y le cambiaba las sábanas, se meaba un chico a las tres y media de la mañana, porque tenía varios chicos en un hospital, y le cambiaba las sábanas. Todos los chicos se curaban, el 100 por100 de curación, es decir, a lo largo de dos o tres meses, el niño no se meaba más. Entonces quiso hacer de esto un método terapéutico y hubo una época donde todos los médicos y las enfermeras se levantaban a cambiar las sábanas a los chicos y los chicos se seguían meando.
El método, la cura, tiene que ver con el curador. No quiero ilusionarlos, pero hasta los antibióticos según quién los receta hacen o no hacen el efecto para lo cual están encomendados. Los antibióticos, que supuestamente antibióticos…¿no doctora? Los medicamentos se pierden en la mente del paciente, los consejos del médico se pierden en la mente del paciente, es decir, la existencia del pensamiento inconsciente hace lábil cualquier cuestión que tenga que ver con el ser humano. La propia locura tan denostada y perseguida y tan mal entendida, anida en cualquiera de vosotros. A veces a la mañana temprano cuando os levantáis lo primero que hacen es rechazar, forcluir, el Nombre del Padre. SE mira al espejo y se dice: este mundo es una mierda. Una frase común de todos los días, que usted habrá dicho ayer y usted habrá dicho antes de ayer, usted vaya a saber si la dijo esta mañana por la cara que tiene. Ahí nos pasa lo mismo que pasa al loco, al psicótico, ahí es cuando pensamos que no provenimos de una mujer y un hombre, ahí es cuando pensamos que somos inmortales. Todas las cosas que le pasan al psicótico por padecer de los padecimientos que padece, por lo tanto, a pesar de que estaba en un paréntesis y enojado porque estaba dando la ponencia inaugural a las diez de la mañana cuando realmente a las diez de la mañana debería estar trabajando, pero sin embargo he entrado en la cuestión de las salud y la enfermedad. Con la presencia del concepto inconsciente también se hacen lábiles, es decir, es muy complejo determinar el límite entre la salud y la enfermedad. Tan complejo es y yo sé que hay psicoanalistas y hasta los podrán nombrar, que diagnostican a sus pacientes en las primeras entrevistas, pero nosotros sabemos que en psicoanálisis el diagnóstico se realiza a la culminación del tratamiento, es decir, cuando concluye el tratamiento el psicoanalista dice: He atendido, he tenido bajo tratamiento psicoanalítico a fulana de tal que padecía de fenómenos histéricos en tales y tales ocasiones, que se relacionaba de manera obsesiva con el padre; un leve toque paranoico de su personalidad permitió que escapara a Bulgaria a la persecución de la mujer eslava. Al finalizar el tratamiento, al finalizar el tratamiento, al finalizar… estaba hablando de ustedes que llegan tarde a las conferencias inaugurales y entonces normalmente en la conferencia inaugural que es una conferencia muy importante hay menos público, estaba hablando de ustedes.
Para los más inteligentes yo he planteado un problema, yo leeré después las páginas que preparé para ustedes, es decir, espero que alguno tome este problema y me gustaría que lo discutamos, problema del límite absolutamente fantasmal, precisamente fantasmal, que es lo que hace la escuela.
Un psicoanalista escucha, bueno fue lo primero que me pasó cuando entré en el campo, es decir, el psicoanalista con el cual yo supervisaba me dice: te envío una paciente un poco nerviosa. Yo la comencé a ver y realmente era una mujer, no era una chica, era una mujer, era mayor que yo, en aquella época, era una mujer muy nerviosa que había estado en tratamiento psiquiátrico, que ahora estaba internada en una clínica psiquiátrica con el diagnóstico de esquizofrenia paranoide. Como el supervisor me la mandó como una chica nerviosa, a mí no me parecía nerviosa. Yo no voy a decir que era un genio cuando era joven, yo era tan estúpido como ustedes, es decir, que yo también creía que la persona estaba un poco loca y que el supervisor me había metido un paquete encima, enviándome a una chica nerviosa cuando en realidad yo no sabía atender a nadie y me había mandado un paciente psicótico de internación. Yo pensaba así, pero, sin embargo, obediente a la consigna del supervisor, yo empecé a escucharle… Bueno, era una gran poeta, era una gran poeta mal tratada por la psiquiatría, como después demostró, con los tres libros que publicó durante el tratamiento. Lo único que había cambiado no era ni siquiera mi escucha, porque yo era el que la tenía ahí, peleaba con ella y luchaba, mi escucha ni siquiera había cambiado, había cambiado la escucha de mi supervisor. Mi supervisor era el que pensaba que esta paciente no estaba loca y eso, esa escucha del supervisor era lo que había modificado la conducta y la vida de la paciente. Evidentemente yo estoy metido en el cuento porque yo después, por haberme comprobado de esa manera tan plástica, tratando a un paciente no como si fuera yo, con las cosas que yo pensaba, sino con las cosas que pensaba mi supervisor, terminé siendo psicoanalista.
Les acabo de plantear la absoluta necesidad de una cadena de transmisión para que existan los psicoanalistas. Es decir, que sin una Escuela de Psicoanálisis se nos hace casi imposible pensar la existencia de psicoanalistas. Planteé dos problemas. Planteé la debilidad de los conceptos de salud y enfermedad y planteé que para poder curar alguna enfermedad mediante el método psicoanalítico lo más importante es la formación del psicoanalista. Ni siquiera lo que el psicoanalista piensa o cree, sino lo que piensa y cree la Escuela a la cual pertenece. Yo sé que es una cosa compleja. El resultado final de haber hecho quince exposiciones, que después le voy a demostrar que las hice, porque las van a ir leyendo a medida que las vaya publicando, decidí que en Duelo y Melancolía Freud era el que mejor había hecho las cosas, quiero decir que después de quererme independizar, después de querer aparecer frente a ustedes como si yo fuera el inventor de algo, Freud me convenció que en esto de la depresión él tiene la última palabra, por lo tanto en realidad esto no va a ser ni siquiera una conferencia, sino que va a ser un apunte que he hecho del texto de Freud, Duelo y Melancolía, para que ese texto rija todo el Congreso, esto no es ninguna indicación sino que es la expresión de un miserable, pequeño, estúpido deseo inconsciente. Diferencias entre salud y enfermedad. Un ejemplo: Duelo y Melancolía.
Escribir estas páginas que espero puedan ser el Acto que abra sin más el VI Congreso Internacional del Grupo Cero, la Depresión –una enfermedad sin rostro-, me ha llevado 40 años. Esta Conferencia la comencé a escribir exactamente en el año 1958, año del comienzo de mi propio psicoanálisis, momento de mi primera depresión, al darme cuenta que no eran mis funciones cerebrales más inteligentes las que gobernaban mi vida sino que mi vida era gobernada por sencillas certezas inconscientes, pequeñas equivocaciones, gestos para nada sobresalientes, afectos absolutamente inútiles, sueños efímeros, amores sencillos, deseos, simples deseos inconscientes. Ya en esa época comencé a pensar que el duelo por las situaciones de cambio era necesario y nunca alcanzaba el grado de enfermedad y que la tristeza era un sentimiento que bien llevado se abría sin más a la libertad del pensamiento. La angustia, la tristeza, a veces el dolor, no eran sino condimentos normales de toda vida interesante, de todo momento de creación, también me enseñaban por otro lado que la tristeza, la angustia, el dolor llevaban en ocasiones a la mutilación, a la enfermedad, a la muerte.
Mecanismos psíquicos normales, presentes en todos los seres humanos, llevaban en un caso al amor y en otros a la muerte, en un caso a la estupidez, en la cual nos sume cualquier enfermedad mental y en otro al sublime estado de la creación. En el organismo feliz o en la negativa impotencia, anidan los mismos afectos: tristeza, angustia, dolor.
Freud nos dice, para sostener estas palabras que yo digo tanto tiempo después, las múltiples analogías del cuadro de la melancolía, con el de la aflicción o duelo, justificando un estudio paralelo de ambos estados. Es decir, que Freud, pensaba que por el mismo mecanismo que una persona normal elaboraba la muerte de un ser querido, con los mecanismos parecidos a estos, se instalaba de golpe sin saber por qué una verdadera enfermedad, en tanto el duelo, como ustedes saben cuando uno puede elaborar, es decir, sustituir a la persona amada perdida, hay una reparación total del yo, es decir, el yo no queda con ningún defecto de haber padecido la situación de duelo. Freud decía que es un mecanismo normal, a nadie se le ocurre dice, después lo voy a decir, pero lo digo, así se repite, a nadie se le ocurre mandar a un afligido al médico, a nadie se le ocurre pensar que a una persona que se le acaba de morir un ser querido y está llorando, a nadie se le ocurre decir: vaya a ver al psicoterapeuta, vaya a ver al psicoanalista, o vaya a ver al psiquiatra. Y además con motivo, dice Freud, porque mal le hacemos al afligido al entorpecer su afligimiento, es decir, que el duelo no debe entorpecerse. En cambio, por los mismos mecanismos y frente también a la pérdida de una persona amada se instala a veces, dice Freud, la melancolía, una enfermedad terrible, mutiladora.
También me quisiera detener en las palabras, en una frase de las palabras del doctor Chacón en ese sentido de que él dice que no cree, o él no ha verificado que sea el 50 por ciento de la población, y eso es muy interesante, porque es muy discutible en el sentido de que es cierto, en el diagnóstico no, pero en la producción, en la etiopatogenia del 70 por ciento de las enfermedades sí, es decir, a ver si podemos entenderlo, no es que cuando yo reviso al canceroso está deprimido, está canceroso, lo que pasa que profundizando en la etiopatogenia del cáncer está la depresión, es decir, sin depresión previa no hay cáncer, no hay infarto de miocardio. Todas las personas, ya están hechos los estudios, Estados Unidos, Argentina, Méjico, ya están hechos los estudios, él trajo los estudios de Estados Unidos, todos los enfermos se mueren de infarto antes de los 45 años, el motivo, el único motivo, es la depresión. No hay trastornos vasculares, no hay ateroma, no hay nada, no hay nada de lo que produce el infarto en una persona mayor de 45 años. Uno se lo puede creer esto o no se lo puede creer. Cuál sería la manera de creérselo, la manera de creérselo es comenzar realmente, cosa que es absolutamente imposible, no me miren con esa cara, una campaña de prevención de la depresión. Y veríamos asombrados o asombradísimos, la disminución radical, no solo de los accidentes de trabajo sino de los infartos de miocardio y de los cánceres. Además el cáncer hace más de 50 años que se está investigando, su relación con el sujeto psíquico, más que con el sujeto biológico. Yo sé que hay neurólogos en la sala. Un gran tumor devastador del cerebro, uno de ellos por lo menos aceptado por los neurólogos, sólo se produce frente a una catástrofe anímica, si me equivoco por favor me ayudan, el glioblastoma. Aprovechan esta oportunidad para rastrear el mecanismo, los síntomas de la depresión.
Cierto grado de inapetencia sexual, cierto grado de insomnio, cierto grado de desprecio por las personas iguales, ciertas fantasías de empobrecimiento, de ruina, de catástrofe, bueno, todos esos son síntomas melancólicos, entonces ya no sería el 50 por ciento de la población, según Freud el 89 por ciento de la población padecería de depresión. ¿Quién no tiene miedo a empobrecerse? Bueno, eso es un síntoma de la depresión.
Tengo explicaciones, yo sé que a ustedes les interesa aunque al final termine no dando la conferencia pero es muy interesante porque nosotros hace 30 años, cuando nosotros hacíamos esas cosas sociológicas que no deben hacerse pero que los intelectuales hacemos, cuando pensábamos que el mundo era neurótico obsesivo, por el problema que tenía y realmente, todos los pensadores eran obsesivos, eran racionalistas. Así como cuando Freud comenzó sus investigaciones, la enfermedad psíquica era la histeria,, después vino como un desmadre sexual y detrás del desmadre sexual, la culpa melancólica de haber deseado o haber participado en la desaparición del objeto amoroso.
Hemos perdido casi todos los ideales, en esta parte del siglo, hemos perdido todos los objetos amorosos, porque si usted era de derechas ya no puede haber más revolución de derechas y si usted era de izquierdas ya no puede haber más revolución de izquierdas y si usted era cristiano ya no puede haber revolución cristiana y si usted era verde le van a terminar metiendo un árbol por el culo, pero no hay revolución del obrero. No hay cristianismo, no hay feminismo, fracaso del feminismo, por tanto, no le demos más vueltas, estamos deprimidos, históricamente hablando. Ahora van a hacer una guerra, están por hacer una guerra, nos quieren convencer que los chicos norteamericanos son más lindos que los chicos irakíes, y nos van a convencer de eso, estamos todos convencidos, es decir, ya existe, somos todos racistas, nos hacen creer que existe lo bueno y lo malo, que hay seres humanos que merecen el castigo y hay seres humanos que merecen la gloria. Estamos deprimidos, nos han quitado todos los valores, no tenemos cómo sustituirlos, Freud nos dice ¿Qué le pasa al melancólico? ¿Por qué el duelo es normal y la melancolía es patológica? Porque el melancólico no puede sustituir, no puede sustituir.
El duelo: se murió el ser querido y yo no puedo creer que todo es gris, la realidad es gris, todo es gris, pero la vida me va mostrando que el objeto amado no está en la realidad, no está en la realidad, no está en la realidad y entonces yo voy aceptando. Yo soy una persona, voy aceptando que no está en la realidad, entonces despacito voy conociendo una persona, de golpe veo que es alguien que se ríe como ella. Ya empecé a cambiar, ya empecé a sustituir, es decir, ¿qué me saca del duelo?, un enamoramiento, así de sencillo.
En la melancolía no, no tengo la capacidad de sustitución, tengo la capacidad de sustitución abolida, entonces como no puedo sustituir a la persona amada que se fue, y esto es una genialidad de Freud, me identifico con ella, me transformo en la persona que se fue, entonces la persona no se fue. ¿Pueden entender lo maravilloso que es esto? Entonces ¿qué hago ahora cuando ya estoy identificado con la persona?