PONENCIA INAUGURAL.
VI Congreso
Internacional Grupo Cero
La Depresión una
enfermedad sin rostro
1998
DIFERENCIA ENTRE SALUD Y
ENFERMEDAD
UN EJEMPLO: DUELO Y
MELANCOLÍA
V
V Diferencia entre salud y enfermedad (2/3)
Puede llegar a suicidarse. Puede llegar a suicidarse porque no es a él a quien mata sino que es a la persona amada que lo ha abandonado. Freud dice, sólo es posible matarse si me confundo con otra persona, que no existe el suicidio, sólo es posible matarme si me confundo con otra persona. Yo he tenido muchos maestros pero uno de los que reconozco como maestro, el doctor Pichón Riviére, cuando puso un Instituto de atención al suicida, cuando el suicida llamaba por teléfono al Instituto, Pichón Riviére le preguntaba: ¿a quién quiere matar? Esto producía que el paciente en lugar de matarse fuera a la consulta a comenzar su tratamiento psicológico, psicoanalítico.
El depresivo, es un asesino, no un suicida, es un asesino, porque cuando intenta, lastimarse o matarse, está lastimando o matando al objeto amoroso que lo ha abandonado. Es un estado de ánimo profundamente doloroso, para que se vayan identificando, cesación del interés por el mundo exterior. Cuando veo al paciente al borde de la ruina psicológica, la cesación del interés por el mundo exterior se ve, es evidente. Pero en cualquiera de nosotros, cuando nos enamoramos grandemente de una persona, pensamos que el mundo somos ella y yo. En ese momento padecemos de la cesación del interés por el mundo exterior, hasta nos dejan de gustar las películas, los vecinos nos parecen torpes, los otros enamorados descarriados. Por ejemplo en ese momento se produce en nosotros la cesación del interés por el mundo exterior y la pérdida de la capacidad de amar. La pérdida de la capacidad de amar que es un síntoma melancólico por excelencia, es algo del padecimiento común, en tanto la gente dice que tiene muchos problemas para el amor y cuando se enamora se enamora de una sola persona, es decir de la madre, por lo tanto sigue teniendo problemas para amar. La pérdida de la capacidad de amar y por último la inhibición de todas las funciones normales, pudiendo llegar a haber una torpeza hasta para los movimientos más cotidianos: caminar, hablar.
Público: El borde ese, ese pasaje entre salud y enfermedad es permanente porque antes marcó que el enamoramiento podía sacar a una persona del duelo, pero ahora está marcándolo como otra especie de locura.
Miguel Oscar Menassa: El enamoramiento puede sacar a una persona del duelo, es como sale del duelo, sustituyendo al objeto amoroso por otro objeto amoroso, si no, no saldría del duelo. Lo que pasa es que el objeto amoroso puede ser una persona o no, pueden ser viajes, por eso que algunos psiquiatras recomiendan viajes y el que está en duelo cuando vuelve del viaje vuelve bien. Ayer casualmente una persona me llamó para decirme: yo me deprimí, como soy agente de turismo, me mandaron a viajar y viajé y cuando volví a los tres meses, me encontraba bien. En lugar de estar aguantando a la familia, viajando tres meses por allá y por acá, hasta yo salgo de la depresión. Sobre todo cuando la depresión es normal, cuando la depresión es un duelo. Freud hace una puntualización maravillosa, en el duelo normal la pérdida es consciente, se me murió mi papá, me abandonó mi mujer, en cambio cuando hay melancolía, cuando hay depresión, con la pérdida el paciente no sabe lo que perdió, y si sabe lo que perdió no sabe qué perdió con lo que perdió, es decir, actuación inconsciente. En el duelo la elaboración es inconsciente, pero en el duelo yo sé lo que me pasa, el mundo es gris porque se ha muerto mi enamorada, no que el mundo sea gris. A ver si pueden entender, una persona normal en duelo no cree que el mundo sea gris, sabe que lo ve gris porque ha muerto su enamorada, ven que es diferente; su mirada es gris. No es un loco, un loco ve el mundo gris y dice «el mundo es gris», la persona en duelo no, la persona en duelo sabe que existen los colores, no existen para él, su mirada está nublada por el llanto. Llegamos a algo fundamental para poder discriminar el diagnóstico diferencial entre la salud y la enfermedad en el caso de la depresión, en el duelo jamás hay disminución del amor propio, en el duelo normal jamás hay disminución del amor propio. ¿Por qué? Porque en el duelo normal no existe la fantasía de haber intervenido en la pérdida, en el duelo normal, es una desgracia que me pasó, no es algo que yo haya provocado, es una desgracia, es un acontecimiento- la muerte de alguien, el alejamiento de una persona. Entonces nunca necesito desvalorizarme, nunca necesito autodespreciarme. Una característica esencial de la melancolía, de la depresión patológica, es la disminución del amor propio, esto que nunca ocurre en la aflicción. Se traduce en reproches, acusaciones de que el paciente se hace objeto a sí mismo y puede llegar incluso a una delirante espera de castigo, incluso la muerte.
Como espero que estemos todos de acuerdo que los únicos que pueden suicidarse son los melancólicos, ningún histérico se suicida, ningún paranoico se suicida. Esto lo sabían los psiquiatras clásicos, la recomendación del electroshock en la melancolía era contra el suicidio, ellos sabían que el melancólico librado al azar de su enfermedad terminaba suicidándose, entonces la aplicación (no vayan diciendo por ahí ahora que estoy de acuerdo con la aplicación...) la aplicación del electroshock hace 200 años era porque ellos percibían que interponían algo en el camino directo de la melancolía que era el suicidio. ¿Desde dónde partían? De esa condición de la disminución del amor propio, reproches, acusaciones. Puede llegar incluso a una delirante espera de castigo, incluso a la muerte. En el duelo dice Freud, en el duelo normal, el examen de la realidad ha mostrado que el objeto amado no existe ya y demanda que la libido abandone todas las relaciones con el mundo. En el duelo lo normal es que el respeto a la realidad obtenga su victoria. Pero su mandato no puede ser llevado a cabo inmediatamente, ha de ser realizado de un modo paulatino, con gran gasto de energía psíquica, de esa manera el sujeto prolonga la existencia psíquica del objeto perdido. Mantengo la presencia del objeto perdido pero en la medida que lo voy perdiendo, en la medida que voy aceptando que no está en la realidad, prolongando el proceso de separación prolongo la vida del objeto abandonado. Estos ejemplos, lo que acabo de decir, se ejemplifica en la transmisión del psicoanálisis, algo que les pasa a ustedes muy a menudo cuando se supone pasar de una posición a otra posición, más cercana a la de psicoanalista en los procesos de formación, es decir que cada vez que un psicoanalista acontece en una interpretación, en un tiempo, en una situación grupal, institucional, donde se va a acercar a la posición de poder ejercer como psicoanalista prolonga la aceptación de dicho cambio. Lo mismo que cuando se muere una persona amada, la realidad me vence, me dice: usted ha perdido, el objeto amado no está en la realidad, yo lo sé, pero lentamente y con un gran gasto de energía voy aceptándolo mientras tanto prolongo la estancia viva del objeto.
En los procesos de formación la realidad me indica que ya no soy el que era, sin embargo puedo pasarme años tratando de elaborar la nueva situación para que se prolongue mi estado anterior, es decir, cuando yo era un estúpido, cuando yo era un niño, cuando yo tomaba la teta, cuando yo estaba en brazos de mi madre. Por eso es absolutamente necesario que un psicoanalista continúe su psicoanálisis, es decir, que para poder entender la enfermedad en psicoanálisis, hay que entender que el sujeto nunca abandona lo que consigue y cuando lo abandona, lo abandona con un gran gasto energético, que ésa es la enfermedad.
A ver si pueden entender, ni siquiera lo que me hace mal, bueno, todo el día se escucha: «no sé qué hago con este hombre», «no sé qué hago con esta mujer», «no sé qué hago con este trabajo». ¿Lo escuchan o no lo escuchan? Bueno, está ocurriendo eso. Evidentemente al final de la labor del duelo o aflicción vuelve a quedar el yo libre y exento de toda inhibición. La depresión en una serie de casos constituye también una reacción a la pérdida de un objeto amado dice Freud, en la melancolía, una enfermedad, también pasa como en el duelo, pero otras veces dice Freud, observamos que la pérdida es de naturaleza más ideal. Es muy difícil hacer un duelo normal por la pérdida de un ideal, en cambio es más fácil, el objeto no ha muerto dice, pero ha quedado perdido como objeto erótico.
En el caso de la novia abandonada o el candidato a psicoanalista, que llevado por los avatares de su formación debe cambiar de supervisor o de psicoanalista, y así como la novia abandonada puede llegar al suicidio, el candidato, candidata también, pueden dar por finalizada su carrera por la imposibilidad de sustituir el objeto amoroso.
Además Freud hace hincapié en que la única salud psíquica posible, diferencia entre salud y enfermedad, es que el sano, psíquicamente hablando, tiene la capacidad de sustituir un objeto amoroso por otro objeto amoroso y por otro objeto amoroso, un ideal de vida por otro ideal de vida, por otro ideal de vida, por otro ideal de vida. Hay una ética. O vamos a esperar, hablando de nuestra propia enfermedad, vamos a esperar ya sin insultar a nadie, que los Estados Unidos de Norteamérica, o que la Unión Europea a la cual pertenecemos o que la reunión de los Países Árabes, desgraciados y unidos, resuelvan el problema ético que les ha planteado la humanidad este siglo. Viviríamos sin ética, moriríamos sin ética, si dejamos que el Estado resuelva el problema que ha creado al hombre. El hombre tiene que poder resolver el problema que el Estado le ha creado. Tenemos que poder generar una ética, estamos sin ética y no se puede vivir sin ética. Ni los griegos vivían sin ética. Este problema del planteamiento de que no hay ideales, no hay utopías, no hay utopías… No se puede vivir sin utopías, hay que generar utopías, hay que generar sueños. Me van a decir, más sueños todavía, no. Es que lo que tenemos no son sueños, son realidades oscuras.
En muchas depresiones no solemos distinguir claramente lo que el sujeto ha perdido, algo ha perdido pero no sabe qué. A veces el paciente sabe a quién ha perdido pero no lo que con él ha perdido. Ejemplo: se muere la madre del paciente, el paciente en apariencia hace un duelo normal en el sentido de que llora, está unos días triste, esto, lo otro. El paciente pierde a su madre y hace como una tristeza pequeña, aparentemente elabora el duelo, va a trabajar vuelve de trabajar, vuelve a tener relaciones con su mujer, sale va por la calle Princesa con los hijos. Y un día pierde el camafeo donde estaba la fotografía de su mamá y ahí se instala en él una melancolía. El paciente sabe lo que perdió, va al médico y le dice perdí el camafeo. No, ese día de la pérdida de la fotografía de la mamá, acaba de morir la mamá, ese día, no el día que murió la mamá sino el día que él perdió el camafeo, es decir a veces ciertos objetos de ciertos seres amados, y esto sí les pasó a todos, son más importantes que los objetos amados. El doctor guarda en un cajón de su escritorio un pañuelito de seda bordado con las iniciales «Peti te amo» sin embargo Peti ya no está más en su vida, pero el pañuelito sí, bueno cuando pierda el pañuelito verá lo que perdió cuando perdió a aquella mujer. La mujer, el amor, el hombre también, les puede pasar con un hombre también, el hombre queda embalsamado en el pañuelito, embalsamado en la fotografía. Ustedes se dan cuenta que cuesta menos trabajo ir con una fotografía en el bolsillo que con una mujer colgada del brazo. Es más barato.
Creyendo que hace una economía psíquica ha tomado el camino de la enfermedad, que generalmente ocurre así, en todos los ahorristas. Todos los que ahorran energía psíquica terminan en el hospital. La energía psíquica está hecha para ser gastada, el deseo está permanentemente en actividad, cuando deja de estar en actividad el deseo, morimos, por lo tanto la enfermedad es cada vez que yo detengo el funcionamiento del deseo, que no se detiene, es decir, los intentos de detener la producción... (Entran tres congresistas) estuvimos hablando toda la mañana de ustedes tres ¡qué suerte! En serio, ellos nunca lo sabrán, porque cómo se lo explicamos, imposible. Eso de que el paciente sabe lo que ha perdido pero no lo que perdió con eso que perdió, debemos entonces relacionar la melancolía dice Freud con una pérdida de objeto sustraída a la conciencia, y ésta es la segunda diferencia importante con el duelo, en el cual nada de lo que respecta a la pérdida es inconsciente, la inhibición melancólica nos ofrece una impresión enigmática.
En el duelo el mundo aparece desierto, empobrecido frente a los ojos del sujeto, en el duelo normal. En la melancolía es el yo lo que ofrece estos rasgos a la consideración del paciente, el paciente nos describe su yo como indigno de estimación, incapaz de rendimiento valioso alguno y moralmente condenable, son tres cosas que ustedes sienten en los pasillos de la institución... indigno de estimación (el profesor no me quiere), incapaz de rendimiento valioso alguno (la ponencia que voy a dar no sirve), y moralmente condenable (porque me copié de un libro y de otro libro). Se dirige amargos reproches el paciente, se insulta y espera la repulsa y el castigo, por eso que tienen un alivio cuando alguien los castiga. Si él no me besa, todavía no siento nada, pero si él me dice que no me besa por lo que le hice anteanoche, siento un alivio de ese castigo, leve en realidad, por aquella falta cometida. El cuadro se completa y aquí entramos casi todos, con insomnios, inapetencias y un sojuzgamiento total casi total de las funciones sexuales, el paciente es realmente tan incapaz de amor, de interés y rendimiento como dice, pero todo esto es secundario dice Freud, y constituye un resultado de la ignorada labor que devora a su yo.
Es decir que toda la sintomatología que es considerada como la sintomatología de la depresión, de la melancolía, Freud dice: pero todo esto es secundario y constituye un resultado de la ignorada labor que devora a su yo. Y, por último, comprobamos que el melancólico no se conduce como un individuo normal, agobiado por los remordimientos, carece en efecto de todo pudor, más bien tiene deseo de comunicar a todo el mundo sus propios defectos. Observen que no es normal, como si en este rebajamiento hallara una satisfacción, es decir, es tanto el interés que el melancólico pone en denigrarse, en insultarse y en reprocharse que Freud sospecha, que en este rebajamiento encuentra el paciente un goce, un placer. ¿Entendieron esto? Carece en efecto de todo pudor, como esos candidatos que tratan de que sus defectos de formación sean compartidos. Ven que no tienen pudor por sus defectos, son melancólicos. El melancólico entonces ha sufrido la pérdida de un objeto igual que en el duelo, pero en sus manifestaciones, de lo que el paciente nos dice, inferimos que la pérdida del objeto ha tenido objeto en su propio yo. No ha perdido un objeto como decíamos antes sino que ha perdido una parte de su yo. ¿Cuál parte? Aquella parte del yo donde por identificación se constituye el objeto perdido, esa parte queda perdida del yo, entonces lo que antes era el conflicto entre la persona amada y el yo, ahora es el conflicto entre el yo y la parte modificada por identificación.
Proceso de identificación donde el yo contra el yo, como si fuera el objeto, alguien a quien el paciente ama, ha amado o debía amar. Los reproches con los que el enfermo se abruma corresponden a otra persona. Por eso es que no tiene remordimientos, cuando dice soy un inútil, no habla de ella, habla de él, cuando dice soy una persona muy mala, no habla de ella habla de él. ¿Entienden la maravillosa explicación de por qué un depresivo puede suicidarse? Puede suicidarse porque no se mata a él mismo, mata al objeto. Sus lamentos, sus acusaciones, no se avergüenzan ni se ocultan, porque todo lo malo que dicen de sí mismos se refiere en realidad a otra persona.
Freud aprovecha una vez más para recordamos que la salud psíquica tiene que ver con la capacidad de sustitución, casi totalmente anulada en la melancolía. Al no poder sustituir el objeto perdido, la libido es retraída al yo para establecer una identificación del yo con el objeto perdido y entonces Freud dice «la sombra del objeto ha caído sobre el yo». «La sombra del objeto ha caído sobre el yo», ha empobrecido el yo. En lugar de aceptar que lo perdí, lo conservo pero a costa de ensombrecer mi yo, a costa de perder parte de mis atributos. De este modo se transformó la pérdida de objeto en una pérdida del yo... y el conflicto entre el yo y la persona amada es una discordia entre el yo y la parte modificada del yo por identificación.
Y aquí Freud nos da una clave, ya para terminar, de la relación sociológica que hicimos en un momento de la conversación, cuando dijimos que antes éramos neuróticos obsesivos y que ahora somos depresivos, bueno Freud dice que ahí donde está la neurosis obsesiva, haber deseado la pérdida del objeto amado e incluso ser culpable de ella, el tormento indudablemente placiente que el melancólico se inflige a sí mismo significa la satisfacción de tendencias sádicas, es decir, que cuando él intenta suicidarse, en realidad no es masoquista, es sádico, está tratando de hacerle daño a alguien, orientadas a un objeto pero retrotraídas al yo por el mecanismo de identificación, en realidad él odia a la persona que lo abandona, pero como la persona que lo abandona es él, entonces el autocastigo, el autoreproche. De este modo la carga erótica del melancólico experimenta un doble destino, una parte de ella retrocede hasta la identificación como hemos visto y la otra se detiene en el sadismo, bajo el influjo de la ambivalencia, es decir, la ambivalencia, esa persona que yo amaba pero que a la vez deseaba que se muriera. Y esto es muy fácil, un adolescente, se le muere el padre, dentro de quince días y hace quince días el padre dijo que no podía ir a veranear a Galicia y el chico dijo, “por qué no se muere”, en voz baja...
Ese chico está bajo el influjo de la ambivalencia. El amante que frente a una pelea con la mujer o con el hombre le dice «no te quiero ver más» y ella desaparece, por lo tanto «no te quiero ver más». Una frase que yo he pronunciado es responsable de que el objeto haya desaparecido, estoy en el estado de ambivalencia. Es decir que estar en el estado de ambivalencia es una cosa muy sencilla, no es tan complicado. Este sadismo nos aclara el enigma de la tendencia al suicidio que tan interesante y tan peligrosa hace a la melancolía, el yo sólo puede darse muerte cuando se le hace posible tratarse a sí mismo como si fuera el objeto. Por eso que siempre es efectivo, aun en el caso de los candidatos a psicoanalistas, preguntarle al suicida ¿a quién quiere matar? Muchas gracias.
Este es el único momento que me pueden hacer preguntas de todo el Congreso porque después no es a mí a quien tienen que hacerle preguntas.
Público: El melancólico se refiere a algo perdido o solamente se refiere a...
Miguel Oscar Menassa: No, no, sabe lo que ha perdido pero no lo que ha perdido con eso que ha perdido... El desarrollo de los procesos inconscientes, la enfermedad psíquica no existe bajo el control de la conciencia, es decir, que todo aquello que yo puedo pensar no me puede enfermar; para que haya enfermedad psíquica tenemos que aceptar la presencia del inconsciente, eso es lo dificultoso, la gente dice, y entonces cómo hacemos para… Nada de lo que pueda pensar conscientemente, a ver si podemos entender esto, que yo le podía dar una receta ahora para tranquilizarles, pero es que no la tengo, la receta es la aceptación plena de la existencia material de inconsciente, es decir, cada vez que dos personas se ponen a hablar, está presente el inconsciente, esa es la receta, la receta es tener en cuenta el inconsciente, así como se tienen en cuenta los factores biológicos, endógenos, climáticos; nada más, no pedimos más, alcanzaría con tener en cuenta el inconsciente como se tienen en cuenta los otros factores que coadyuvan a toda enfermedad.
Público: Yo quería preguntar. Dijo al principio de la ponencia que el diagnóstico debía hacerse al final del tratamiento, entonces, ¿esto significa que la técnica que se aplica es la misma para cualquier tipo de enfermo o se va modificando la técnica?
Miguel Oscar Menassa: Usted trajo algo fundamental, el método psicoanalítico siempre es el método de interpretación, se trate de lo que se trate, se trate de una enfermedad, se trate de otra enfermedad, se trate de un texto, porque también la teoría psicoanalítica progresa por interpretación, no hay, porque si hubiese modificación de la técnica, perderíamos otra vez la dimensión inconsciente, pensaríamos que eso que aparece en la conciencia es la enfermedad, pensaríamos que la enfermedad de la histérica es que no se pueda acostar con su novio, y ésa no es la enfermedad de la histérica, ésa no es la enfermedad de la histérica, o que el vaginismo, o que la impotencia del histérico hombre, que ésa es su enfermedad, que no tenga erección esa es la enfermedad. Ésa no es la enfermedad, ése es el resultado de la enfermedad, la enfermedad está transcurriendo inconscientemente, es decir, según la posición inconsciente del sujeto, tengo tal o cual enfermedad, por eso que no tengo que tratar lo que aparece, creo que además me conviene no atender a eso, porque además la gente que hace clínica hace muchos años, muchas de éstas, ya nos dimos cuenta que la enfermedad se disfraza, que ella viene para hacernos la histérica y resulta que no es una histérica. Y si decimos que es una histérica, porque hace todo como la histérica, dramatiza, teatraliza, está disociada y seduce, pero nos dimos cuenta que eso que son características de la histeria, lo puede hacer cualquier persona, un niño, traemos a un niño lo ponemos acá y hace eso, se disocia, dramatiza y seduce, entonces ella entra así, pero resulta que después al segundo o tercer año de escucharla ella nos descubre su verdadera realidad, no es que quería seducir al padre sino que tenía un problema con el padre, a ver si el padre era o no un padre al cual se podía o no se podía matar, es neurótica obsesiva.
Público: ... establecer un duelo, que a una afligida no se la mandaba al médico, sin embargo si una persona que está en un duelo pide un psicoanálisis y le favorecería un psicoanálisis a ese duelo.
Miguel Oscar Menassa: Si yo estoy haciendo un duelo y creo que un psicoanálisis me haría bien, claro, lo que pasa que, el duelo normal, no quiero engañarles, es muy difícil, porque uno siempre tiene un cierto grado de ambivalencia. Todos, todos, con los seres más queridos, lo piensan, quién no tuvo envidia de un hermano, quién no creyó que el padre era severo o demasiado bueno, quién no pensó que la madre era un poco torpe. Si ahí se muere, justo en ese momento, entonces aparece la ambivalencia. Yo la quería, yo la amaba pero yo la criticaba mucho, bueno entre las mujeres eso, las mujeres critican a la madre, aman a la madre desesperadamente pero critican a la madre permanentemente: no sabe cocinar, no sabe cuidar a los chicos, mira lo que hizo con el dinero, mira lo que hizo con mi papá, yo hubiese hecho con mi papá mejor que ella. Si esa persona se llega a morir en ese momento, la mujer siente que fue responsable en algo, no hace falta sentirse estrictamente responsable, ¿no es cierto?
Público: Más allá de mandar a un psicoanalista a un afligido, también estaría bien mandar a un psicoanalista un afligido.
Miguel Oscar Menassa: No, yo lo que le digo es mire, lamento que usted haya entendido lo que entendió de mis palabras porque resulta que yo termino no recomendando el psicoanálisis, cuando yo estoy diciendo que el psicoanálisis es la única posibilidad de que el mundo entero no caiga en la depresión, yo estoy diciendo eso, por lo tanto recomiendo el psicoanálisis, pero lo que digo es que a nadie se le ocurre, a nadie se le ocurre, y a veces se le ocurre al paciente porque, saben por qué se le ocurre, porque se da cuenta que no es normal lo que le pasa, al paciente mismo que le ha ocurrido la muerte no consulta a ningún médico, llora, pero a los diez días cuando siente que siente el mismo dolor, el mismo dolor que el primer día, ahí ya consulta al médico, ya es patológico, porque diez días ya no es el mismo dolor, no es el mismo dolor, además cuando te dan de festivo, tres días, te dan tres días en el trabajo ¿hay algún trabajador en la sala? Tres días de duelo, entonces si a los diez días todavía siento lo que sentía el primer día, entonces... ya no me puedo adaptar, ya no puedo ir a trabajar cuando tendría que haber empezado a trabajar hace siete días, ya no puedo ir a dar la clase, ya no puedo salir con mi novia, entonces ya está, te consulta, y aunque no sea patológico del todo ya es patológico, porque Freud dice ¿tuvo que enfermar tanto el paciente para darse cuenta que es un estúpido? Freud dice así, porque cuando el melancólico está muy enfermo dice: soy un tarado, no sirvo para nada, ¿pero tuvo que enfermarse para darse cuenta que no sirve para nada? Una persona normal se puede dar cuenta que no sirve para nada sin necesidad de enfermar, porque no servir para nada es todo un aprendizaje, no sirvo para dar clase, dando clase aprendo, si me doy cuenta de que no sirvo puedo aprender, no ven que es una cosa del crecimiento normal darme cuenta que no sirvo; en cambio el melancólico enferma y se da cuenta que no sirve. Eso como la pregunta la hizo usted, que es una psicoanalista entonces, que no tienen que dejar de psicoanalizarse ni siquiera cuando se les muere algún familiar querido.