FREUD Y LACAN -hablados- 3 - Duelo y Melancolía

Miguel Oscar Menassa -2013

 

El delirio sistematizado de la descripción paranoide no se ve más, es muy difícil encontrarlo, por lo tanto está el delirio paranoico, pero desestructurado, con instrumentos de la enfermedad esquizofrénica.

Una enfermedad emparentada –esa sí se ve mucho, en tanto todos nosotros lo somos– es la parafrenia. Para describirla podemos decir en un sujeto aparentemente normal ciertas palabras desencadenan un delirio estructurado de corte paranoico, reivindicativo, de megalomanía; es una psicosis muy moderna: están los que deliran con la mujer, los que deliran con el psicoanálisis, los que deliran con la poesía. No todo el día, sólo cuando hay una frase que desencadena el mecanismo.

Para estos investigadores que venimos hablando –Fairbairn, Pichón Riviére– todas estas enfermedades, la fobia, las hipocondrías, las histerias, son núcleos defensivos contra la locura, en un caso, para el primero, la esquizofrenia y en el otro, la melancolía.

En 1900 si una dama se desmayaba quedaba bien, era una muestra de amor, entonces, era muy fácil ser histéricas porque tenía una apoyatura social. Después vinieron las ciencias entonces, el hombre padeció de un pensamiento obsesional: el que no era neurótico obsesivo era un idiota. Evidentemente, ahora, estamos padeciendo el pensamiento paranoico, hoy es muy fácil ser paranoico. Cuando digo todos nosotros tenemos delirios reivindicativos circunscriptos, por eso digo parafrenia y no paranoia. Por ejemplo: siempre delira con la gallina, es decir, tiene que escuchar la palabra gallina para delirar, si no escucha la palabra gallina, no delira. El pensamiento teórico es un pensamiento crítico paranoico.

Pichón Riviére que se daba cuenta de todas estas cosas decía que el hombre iba a llegar a pensar cuando se pusiera triste, es decir, cuando aceptara ser mortal y en lugar de volverse melancólico, esquizofrénico o estúpido, se pusiera triste. Él decía que la tristeza tenía una luz que ningún otro estado del hombre podía alcanzar, pero que ella misma era inalcanzable, en tanto siempre estaba manchada de un toque melancólico, entonces ya no era tristeza, sino melancolía. De un toque histérico, entonces ya no era tristeza, sino exhibicionismo. De un toque fóbico ya no era tristeza, sino aislamiento.

Una vez conseguido el estado de tristeza, en ese estado había una luz particular que permitía ver los fenómenos del universo tal cual eran, pero que lo difícil era alcanzar la pureza de ese estado de tristeza que se le daba al hombre en la aceptación de la existencia material finita.

En la tristeza, dicen ya los discípulos de Pichón Riviére –Fidel Moccio, por ejemplo– es como si se diera el porvenir de una nueva armonía –bastante difícil en los sistemas capitalistas– que hablaría de una concordancia entre el pensamiento y la acción. Tal concordancia que no serían dos estados separados, sino que pensamiento y acción serían la misma cosa, es decir, que para poder producir un pensamiento concreto, según Marx, según esta Escuela de Psicoanálisis, habría que poder alcanzar primero el estado de tristeza, estado sin el cual el hombre no puede producir pensamiento concreto, pensamiento que transforme la realidad.

Quiere decir que cuando una mujer llora no está triste, pues con los ojos todos nublados y taquicardia, no ve nada. El llanto es lo que la melancolía toca a la comprensión: “comprendí, pero en lugar de comprender, lloro”. Como cuando me cuentan un chiste, en lugar de comprender me río.

Alumno: Antes hablaste de la depresión y la melancolía, pero me parece que la depresión es más popular que la melancolía. Quiero preguntarte si la depresión no sólo abarca la pérdida del objeto amado, sino también la pérdida del yo. Se me ocurre que la depresión como término más amplio abarca las dos pérdidas.

 Profesor: La depresión es un sentimiento normal: pierdo un objeto y eso me produce dolor, pero sabemos desde Hipócrates que si el dolor persiste mucho tiempo ya no es dolor, ya no es duelo, es melancolía.

La verdadera locura dura un instante, que si después nosotros nos encontramos con locos de veinte o treinta años ésa es una ilusión, no es la locura. La locura tiene el mismo problema temporal que el tiempo en psicoanálisis.

La depresión es un hecho normal del lenguaje. En la vida de un hombre, de una mujer, se tienen que producir hechos tristes, a estos hechos tristes corresponde el sentimiento de duelo: dolor por lo perdido.

La enfermedad, ese hecho arbitrario del lenguaje, llamamos así a la persistencia de las sensaciones de duelo. Hay que saber que frente a la muerte de un ser querido –nos pasa a todos– existe la tendencia a la identificación masiva con el objeto perdido, morir como el objeto.

Siguiendo con el proceso de la melancolía diría que depende del grado de identificación que se puede pronosticar, en la lectura, del grado de identificación con el objeto perdido, duelo o melancolía. Estas son conclusiones teórico-ideológicas puestas en práctica en casos clínicos concretos con resultados psicoanalíticos, pero esto no quiere decir que la frase teórico-ideológica que fue psicoanalítica en esa oportunidad lo siga siendo. Por eso digo que debe ser estudiado.

Alumno: El duelo produce alegría, la melancolía está relacionada con el odio, ¿verdad?

Profesor: El duelo también. Yo odiaba al objeto amado por eso, ahora, sufro, en general sería así. Ese objeto odiado amado por identificación está en mí y sobre él descargo mi odio: perforo la úlcera o me clavo un puñal.

Estos maestros que estuvimos nombrando nos mostraron cómo no había mucha diferencia entra la psicosis y la neurosis, es un problema de la cantidad, problema poco estudiado. Siempre se planteó si había cualidad que diferenciara psicosis de neurosis. En cambio soy de la tendencia de que el problema es de cantidad, no de que sean dos procesos diferentes.

Yo diría con las mismas palabras, una riña celosa dice las mismas palabras que un brote paranoico celotípico, es decir, que una psicosis paranoica desencadenada por los celos y, que los celos de la riña celosa tienen que ver con la homosexualidad y los celos del brote psicótico tienen que ver con la homosexualidad. Es difícil pensar a estos procesos como procesos diferentes.

Hay clínicos psicoanalíticos que hablan de estructuras de fachada,que aconsejan no hacer diagnóstico hasta el séptimo u octavo mes, siempre hablando de cuatro sesiones semanales, en el sentido de que el paciente va a ir presentando fachadas de todas las enfermedades posibles y que, en realidad, la enfermedad no es ni una ni otra –aconsejan ellos– sino lo que en ellas se repite o lo que en ellas se fragmenta o equivoca.

De cualquier manera siempre es bueno poder diferenciar –por el discurso del paciente– si el paciente está viviendo un duelo normal o un duelo patológico que tendrá como desencadenante una psicosis maníaco depresiva, también es bueno poder discriminar en las entrevistas que se hacen, una histeria de una psicosis histérica.

La gente está enferma de melancolía y de epilepsia, por lo tanto un psicoanalista tiene que poder discriminar una epilepsia funcional, donde el éxito terapéutico con el psicoanálisis es rotundo, de las otras epilepsias que no se sabe muy bien qué son y que algunos psicoanalistas piensan que son también funcionales, pero que no se erradican con tratamiento psicoanalítico.

Úlceras, rinitis, granos en el culo están relacionadas con la clase de hoy, con un mecanismo tal que cuando se deriva para el cuerpo da epilepsia, enfermedad psicosomática, hipocondría y que, cuando se deriva a la inteligencia da melancolía, neurosis obsesiva, histeria. 

La propuesta de escritura es porque no se puede aprender psicoanálisis sin psicoanalizarse, pero sin escribir es absolutamente imposible.

Es conveniente que empiecen a escribir, a cometer torpezas, es conveniente que sean corregidos, que se les mande a leer un libro aunque no sea el que ustedes habían elegido. Necesitamos ponernos a conversar de verdad sobre el campo psicoanalítico y sus proyecciones.

No está mal que ustedes empiecen de a poco a comprometer vuestra vida con vuestros propios escritos, así no se quejan más de nadie. Ya son grandes, es conveniente que empiecen con vuestras pequeñas palabras. Si nadie los mata todos los chicos crecen.

Gracias, será hasta la próxima en que continuaremos con el tema.

Primeras aproximaciones III   (2/2)

 

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