CONCLUSIONES DEL 88
II
Conclusiones del 88 II (2/3)
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P. ...
R. La fase genital correspondería a la pija, al culo, las tetas, la vagina, el coño, la vaca, los toros, esa es la fase genital, corresponde a los objetos, a la mesa, fase genital, no al concepto de mesa, no al concepto de trabajo, a la cosa, al cuerpo biológico, esa es la fase genital.
Esto es muy interesante porque la fase genital, que hablaría de una normalidad del sujeto, y es por eso que la psiquiatría y la antipsiquiatría y las peleas para ver qué es lo Psicótico y qué es lo no Psicótico, porque evidentemente la normalidad que se visualiza desde la fase genital es la normalidad de la especie. Si tiene flujo cuando folla, y él tiene erección cuando folla y después tiene semen, ella tiene lubricación y ovulación, es normal, pero ven que es normal para la especie, allí nadie habla de goce. Ustedes saben que aquí lo psíquico se demuestra con una contundencia increíble, hasta puede doler el coito, eso ya es psíquico. Hasta el orgasmo que es el momento donde la sustancia verdaderamente viva se separa del sujeto que acaba de morir por haber entregado su sustancia viva a la producción de otro ser vivo, el orgasmo que sería el máximo goce que la especie permite, a veces se realiza con dolor, a veces no hay orgasmo. Todo esto ocurre en las relaciones genitales, que no muestran realmente que las relaciones genitales son imposibles, sino que muestran que las relaciones sexuales hacen casi imposible el encuentro, la relación genital, porque ésta es del orden de la especie y no del sujeto psíquico. El sujeto psíquico es sus pulsiones, no su función como elemento vivo reproductor.
Ya la vez pasada les mostré cómo la única libertad sexual de este siglo, fue para la mujer, y fue la posibilidad técnica de que la mujer pudiera separar en algunos momentos de su vida la sexualidad, la genitalidad de la reproducción. En el melancólico se podría observar como un retorno de lo reprimido, cosa que también nos alejaría de pensar a la melancolía como una Psicosis, cuando precisamente en las Psicosis hay una distinción tajante con la represión, es decir, porque en la Psicosis no hay retorno de lo reprimido, es decir, lo que el histérico calla en el habla, en el símbolo, habla por todos los poros de su ser; si uno es fóbico también y si es obsesivo, todos los rituales hablan por él; pero en el caso del Psicótico no pasa así, no hay retorno de lo reprimido, no hay represión, no es algo que hubo, que se reprimió y que vuelve llamando la atención, no. Es algo que rechazo sin omitir juicio sobre lo que rechazo, pero lo declaro inexistente. En la represión se supone que hay juicio, eso que rechazo aparece en lo real como tal, por eso que hay una interferencia entre lo real y lo simbólico, es decir, no hace falta ponerse muy moderno para darse cuenta que Freud dice, lo que fracasa en el Psicótico es lo imaginario, es decir, el Psicótico no puede como el neurótico fantasear; y que haya una interferencia entre lo real y lo simbólico explica cómo los psicoanalista clásicos que se han dedicado a esto, hablaban de una confusión, de una confusión entre lo simbólico y la cosa, es decir, todo lo simbólico es real; esto no ocurre en el melancólico; lo digo para ver si la llamamos Psicosis o no la llamamos Psicosis. Esto ocurre en las Psicosis pero no ocurre en el melancólico. El proceso del melancólico es como el proceso de la instalación del Superyó, luego se transforma en el inicio del mecanismo de la sublimación. Sólo se puede sublimar libido objetal, pero como si yo la amo a usted no puedo sublimar, la estoy amando, para poder sublimar tengo que retirar esa libido objetal, igual que hace el melancólico, y transformarla en libido del yo, es decir, libido narcisista. Desde ese lugar ahora el yo del sujeto sublima; quiere decir que el mismo mecanismo que me mete en la melancolía o que me instala el Superyó, también me permite la sublimación. Maniobra que hasta que no se demuestre lo contrario, a pesar de las dudas que yo mismo tengo acerca de este concepto, es el mecanismo de civilización que esta bestia que es el hombre posee, es decir, es el mecanismo que le permite al sujeto salir del circuito de la pulsión, ¿por qué salir del circuito de la pulsión?, porque la pulsión no tiene objeto, bordea el objeto y la satisfacción la encuentra cuando vuelve sobre mí, es decir, que el circuito de la pulsión sale del sujeto, vuelve al sujeto, por eso que Freud cuando habla de la pulsión de ver, habla de la pulsión de mostrarse, y cuando habla del sadismo habla del masoquismo, porque él se había dado cuenta que la pulsión encuentra la satisfacción saliendo del sujeto, dando toda la vuelta alrededor del objeto y volviendo al sujeto. El mecanismo de sublimación es el mecanismo por excelencia que le permite a esta bestia que es el hombre ser un ser social, recogiendo libido de los objetos como cuando se vuelve loco, pero en lugar de volverse loco, genera civilización, es decir, genera social-histórico.
Ahora podríamos entrar a ver todas las variables de lo que podríamos llamar melancolía “sui generis”; nunca se sabe si la menopausia trae una depresión o si sólo se llega a la menopausia a través de la depresión, es decir, tampoco la menstruación es biológica, la especie hace que la mujer tenga menstruación, pero después vimos que las chicas también pasan por la fase oral, la fase anal, el culo, la caca, el coño, el clítoris, los huesos, las venas, las arterias, la sangre. La pulsación de Inconsciente no es otra cosa que la pulsación vital. En ustedes cuando deje de pulsar eso que pulsa, mueren; esa es la pulsación del Inconsciente. La pulsión escópica, abro y cierro los ojos 60 veces por minuto, ¿se dan cuenta?, esa es la pulsación, la pulsación de la vida; se acaba la pulsación y se acaba la vida.
La especie dice, para que la especie sea linda, grande y bella, desde los 13 años hasta los 40, hasta los 32, hasta los 50, según las culturas hasta los 60, hasta los 55, hasta los 18 en algunas especies animales, hasta los 20, en algunas tribus hasta los 14... ¿ven cómo no tiene nada que ver con el psiquismo?, es decir, creo que en total hay muchos más folículos de Graaf –que son en su desarrollo y su maduración los que producen la menstruación– que los que alcanzan para que la mujer tenga una vida de fertilidad sólo de 20 a 30 años. El mecanismo por el cual viene la menstruación es el desarrollo o la maduración del folículo de Graaf que se hace óvulo, el óvulo produce... Viene la menopausia, hacemos los análisis de los folículos de Graaf, operamos a una señora y vemos que no todos los folículos de Graaf están destruidos, degenerados o podridos, sino que hay algunos en perfecto funcionamiento y no se sabe porqué no maduran. Cuidado que las coja un psiquiatra cuando están deprimidas por la menopausia, porque los psiquiatras a esto le llaman melancolía endógena y dicen que es incurable. Cualquier enfermedad orgánica sin base biológica o fisiológica después de los 45 años es melancolía endógena. Tengan cuidado porque si es el hombre, les cortan el bicho para que el tipo aspire y ahí nazca la vida y ya no tiene necesidad de rechazar la castración, ya fue castrado dice el estado, entonces en esa no necesidad de rechazar lo que ocurrió, el sujeto cura. No sólo se rían los varones que a las chicas también hay que operarlas, las chicas también tienen pene.
La diferencia entre la identificación melancólica, dice Freud, es que el histérico se identifica con el objeto amoroso, pero no deja de tener objeto, se identifica con el objeto amoroso y no pierde el erotismo con el objeto con el cual se identifica. En el melancólico hay desaparición del objeto en la identificación. En el histérico no hay desaparición del objeto en la identificación, por lo tanto mi amor, en ese rasgo de histérico sublime, no la quiero hacer desaparecer, quiero ser como usted una mujer. Me imagino que a las chicas las pasará lo mismo, no quieren hacer desaparecer al hombre, querrán ser un hombre.
Después viene la parte donde Freud dice que la melancolía no es así, la melancolía es, me identifico con el objeto perdido, o basta con que esté en desacuerdo con el objeto amoroso, cuando me identifico con él pierdo el objeto amado, pierdo la carga erótica de objeto, es decir, no tengo como la histérica el objeto al lado mío para decirle: “Querido hemos fracasado una vez más”; el Superyó no tiene a quién castigar.
No se acuerdan de esa amante que le decía a la muchacha que ella nunca iba a gozar, para que él no viera su cara de goce; eso es una histérica, tiene alguien que está preocupado en que ella tenga cara de goce. Con el melancólico no hay objeto ¿hay odio contra el objeto? El Yo identificado con el objeto se presenta como objeto a la crítica o a los deseos. El neurótico obsesivo más proclive a ser como el melancólico, jamás se suicida, dice Freud, porque le alcanza con hacerle hacer mala sangre al objeto amoroso, entonces, yo con las chicas obsesivas las llamo a las 8 de la mañana y les digo “querida, como me hiciste renegar ayer” y ese día consigo que no me maltraten tanto. Además porque el obsesivo nunca está en la escena, si yo fuera obsesivo estaría ahí viendo cómo usted se relaciona con este fetiche que soy, por lo tanto no me puedo querer suicidar, si no estoy en la escena. Y el histérico se suicida por equivocación, dice Freud, cuando consiguió un camionero que le pega dos cachetones como nunca hizo su madre, la tira un poco del pelo, la mete dos dedos en el culo, la muerde el cuello y la patea un poco la cintura y ella tiene un orgasmo, al otro día puede querer suicidarse, para mostrarle al objeto amoroso que no se ha triunfado sobre nada, que todavía permanece la insatisfacción, y ya sabe que la histérica es muy simbólica y que follar en realidad es una asquerosidad aunque no puedo dejar de desearlo, por eso que la histérica va a tener sentimientos de fealdad, en cambio el melancólico jamás tendrá, en sus autorreproches, jamás se dirá soy feo, si se dice soy feo es un histérico. El melancólico es más parecido a las fantasías que tienen ustedes, fantasías de ruina y de empobrecimiento, porque tienen que ver con el culo, y todas las fantasías que tienen que ver con el culo, terminan en las fantasías de empobrecimiento y de ruina económica. Hay un mecanismo esfinteriano que rige lo que retengo y lo que expulso. Si retengo soy neurótico obsesivo y si expulso soy paranoico. Soy melancólico cuando hago desaparecer al objeto, no cuando retengo o cuando expulso, nada de que lo asimile y lo tengo en el culo, entonces lo aflojo un poquito, lo pulverizo y tengo diarrea... nada que ver con eso, lo hago desaparecer, desaparece, se integra a mí, lo asimilo totalmente. El objeto, dice Freud, ha triunfado sobre el Yo, la sombra del objeto cae sobre el Yo. La diferencia, otra más, entre el duelo y la melancolía es que en el duelo, una vez que se elabora la situación no hay triunfo maníaco sobre el objeto. En el duelo retraigo la libido, presento desinterés por el mundo exterior, no tengo alteraciones del Yo ni autorreproches y me someto a la exigencia de la realidad que me dice que el objeto amorosa ha desaparecido. Freud dice, como eso me lleva un tiempo, la energía del proceso queda agotada en la elaboración del duelo. En la manía, en la melancolía no ocurre esto, sino que se genera un circuito psíquico que así como el objeto había triunfado sobre el yo, en tanto el yo lo había hecho desaparecer por medio de la identificación, ahora recibía como yo la crítica de su instancia moral; en la melancolía no hay ese cierre, no hay esa dilución de la transferencia.
Esto es muy interesante porque hay fines de análisis que producen duelo y fines de análisis que producen melancolía, y tiene que ver con la dilución o no de la transferencia. Si diluyo la transferencia no tengo necesidad de cuando termine mi análisis identificarme con mi psicoanalista, perder un pedazo de mi yo con la identificación para retener el objeto perdido, eso es un mal fin de análisis. La dilución de la transferencia quiere decir que el psicoanalista en el fin de análisis no es un objeto perdido sino que es un objeto hallado, en el sentido de que es el objeto que me abre la puerta al mundo de los objetos, es decir, al mundo del deseo inconsciente.
P. ¿Qué pasa con la forclusión?
R. La forclusión es un mecanismo, Freud lo llama rechazo, mejor dicho lo traduce por rechazo y Lacan lo traduce como forclusión; pero rechazo es una linda palabra que Lacan mismo utiliza muchas
veces, porque es un rechazo primordial, en la afirmación primitiva, antes de la negación, en el juicio primitivo, ahí rechazo la afirmación primitiva, pero lo que pasa es que si ustedes se dan cuenta, esto ocurre en cada fase si estoy en la castración evidentemente rechazo la castración, soy el hombre de los lobos, el hombre de los lobos no es un esquizofrénico; si estoy en la pulsión anal frente al pecho, la pérdida de la identificación primordial entonces es la boca, es la madre primordial lo que sin saber qué es declaro inexistente, sin juicio, dice Freud.
P. Sin juicio, quiere decir sin negación.
R. Sin saber, sin juicio de atribución, sin juicio de afirmación. No puedo decir que es mi madre, no puedo decir eso, no puedo simbolizar. En cambio en el histérico, que la diferencia con la represión es que aquello que no puedo decir aparece por todos los lados... ahí no, ahí aparece en lo real.
P. En la melancolía ¿dónde se muestra eso?
R. Precisamente estoy investigando que en la melancolía se presenta un problema muy serio. No sé si la podemos considerar una psicosis, porque no está ese rechazo primitivo; hay relación de objeto, después Freud aclara, llegar a la especie no tiene nada que ver con lo psíquico, usted puede follar todo lo que quiera que en su inconsciente la función todavía es oral, anal, pero lo que pasa es que después el melancólico habla de objetos, no hay trastorno del lenguaje, hay trastorno real. Podemos analizar algunos suicidios, lo que pasa es que esto necesita un Ateneo. En la melancolía lo que no podíamos ver era la desaparición del otro como tal, es decir, porque la metáfora paterna ¿qué es?, si es una metáfora, es una sustitución de un significante por otro, de un término por otro, lo que al objeto le da significación es el Deseo de la Madre, cuando llega a la castración, el Nombre del Padre sustituye al Deseo de la Madre. Si nosotros tenemos, Nombre del Padre, Deseo de la Madre, aquí tendríamos Deseo de la Madre, significación en el sujeto, en cambio tachamos Deseo de la Madre, reemplazamos y directamente ponemos “Nombre del Padre”; entonces, el Nombre del Padre nos da como significación el falo. El Nombre del Padre al sustituir el deseo de la madre, significa en el sujeto la falta. Freud habla del objeto perdido y no del sujeto carente, pero fíjense como el Nombre del Padre, es decir, la castración, la aparición del tercero en el Edipo, hace que el sujeto se constituya como faltante, porque el significante falo lo constituye con el Nombre del Padre.
El mundo del Otro me inscribe en la dialéctica fálica, me significa, significa al sujeto, el falo, y el falo es el significante, el concepto positivo de la falta. Por lo tanto con la metáfora paterna me constituyo como faltante, el deseo de la madre me constituye como completo. Espero que se hayan dado cuenta, que si no soy el falo para el otro no me puedo volver melancólico. Sólo cuando pierdo un objeto para el cual yo era su falta, ahí entonces me vuelvo melancólico.
P. ¿Sería imprescindible la sensación de completud para que aparezca la melancolía?
R. Sería imprescindible que se haya realizado la metáfora paterna, pero que se constituya, no sabemos todavía muy bien porqué mecanismo, pero yo puedo aclarárselo si ustedes me dan más tiempo. Aparece la demanda, el deseo de la madre constituyendo al sujeto. El sujeto tiene que tener el Nombre del Padre porque va a hacer de falo del otro, está en la dialéctica fálica, lo que pasa es que en términos de confusión. Es el falo del otro, es lo que le falta al otro para ser y lo que le falta al otro para ser, en realidad corresponde a la dialéctica imaginaria, que en realidad es invertido, es lo que me falta del otro para ser, en la dialéctica del espejo, estoy fragmentado, miro el espejo entero, lo que me falta del otro, que está entero, para ser entero.
P. Antes de la dialéctica de ser y tener.
R. Antes de la dialéctica de ser y tener, que es la dialéctica que impone el falo, ser o no ser. No hay en el melancólico la pregunta acerca de lo que es, si es cosa o ser humano. Hay en el esquizofrénico la pregunta acerca de si es cosa o es un ser humano, pero tampoco hay una pregunta acerca de su sexo como en el histérico o en el neurótico obsesivo, no hay una pregunta acerca de si soy hombre o soy mujer como se pregunta usted o como usted se dice, ni soy hombre ni soy mujer, como en el obsesivo; pero tampoco está la pregunta por el ser o la nada o la cosa, y no se ve claramente que haya una interrupción del proceso imaginario porque el melancólico también tiene fantasías, que es lo que el psicótico no tiene; toda la fantasía es real, todo lo simbólico es real, ven como está abolido el proceso imaginario.
Entonces tendríamos que pensar en un desarrollo pervertido en el proceso de identificación, en el sentido de que las líneas de identificaciones de los otros, me lleva a la formación en función de lo otro, del yo, es decir, del ideal del Yo. Lacan llega a decir que el Ideal del Yo es aquello de lo simbólico que permite la regulación imaginaria, es decir, según Lacan el Ideal del Yo es lo que permitiría al neurótico frente a la imposibilidad simbólica, la fantasía imaginaria. Ese desarreglo, ese desorden de lo imaginario, esa disolución de lo imaginario que acontece en el psicótico, acontecería por un fracaso, a mi entender, en el Ideal del Yo, es decir, el circuito de lo imaginario quedaría regulado por el Yo ideal, es decir, el Yo primitivo, y eso, para mí, sería el trastorno de la psicosis, que evidentemente yo no veo claramente en el melancólico.