Poesía y Psicoanálisis (1971-1991) | Miguel Oscar Menassa -1995 | ||
1988 -MADRID
EL GRUPO CERO BUENOS AIRES PASEANDO I Comunidades, lo que se dice comunidades, no hay como en mi barrio. Aquí, en Madrid, la cosa parece decidida. O te haces del Grupo Cero o el Grupo Cero te hace de él. Es decir que Poesía y Psicoanálisis es en Madrid más que la casualidad de un entrecruzamiento feliz. Poesía y Psicoanálisis es en Madrid una posición política. En primer término en contra de todo racionalismo, sea francés o gallego y en primer lugar, aún, en contra de todo colonialismo que se quiera ejercer sobre el psicoanálisis en castellano, venga de París o venga de Buenos Aires. Que ya fueron colonizados y que para no olvidarse han retrotraído el asunto a sus límites más primitivos, ya que si Miller es el amo, ellos son los boludos. Pido perdón a los amigos, pero recuerdo que la mano viene Política, es decir, en Política, en el primer error, se pierde prestigio, en el segundo error se pierde todo lo ganado con la política y en el tercer error se pierde la historia, el nombre, el apellido y queda algo alterada la identidad. II El primer error ha sido Cometido, se ha confundido lo que aún vivía con
lo muerto.
Se ha creído que podía vivir lo que no hablaba. Se ha confundido todo. Es decir,
no se ha tenido en cuenta nada. No merecen perder, ya han perdido estilo, no tendrán
descendencia. III
Al llegar de mi viaje de Buenos Aires en el aeropuerto de Barajas, en
Madrid,
mi ciudad, primero el jefe de la aduana se acercó y me dijo con sobrada amabilidad: No se preocupe profesor Menassa sus libros ya serán encontrados y, claro, yo me sentí descubierto y cuando todavía no salía de
mi asombro, una guardia civil femenina me revisó a conciencia y frente a mi actitud demandante de un ciudadano que paga sus impuestos y que sentía, algo violada su intimidad, la guardia civil, o el eterno femenino que anidaba en ella, me dijo con la mayor tranquilidad. No todos los kilos que se llevan de más son libros perdidos y usted tendría que saber que atravesamos épocas difíciles para la mujer. IV
Esta vez el viaje a Buenos Aires, ha dejado una marca en mí. Estoy como atontado, pero no, exactamente. Como con la cabeza desordenada pero al borde de una inteligencia. Espero no ser arrasado por el fuego de esta nueva libertad.
Cabalgando sobre la voluptuosidad de su cuerpo abandonado,
Frutos del mar, oropéndolas sublimadas por cientos de muertos a la
orilla del lago donde se verdean los tristes amores de la condesa del amor santo y sangrante. Ella es como una burbuja alejada de toda revelación. Entre tanto los dulces maremotos ambiguos y lejanos de tu cuerpo hundiéndose en el salón de las luces abiertas sin destino a las blancas esperanzas que nunca tuvimos. La libido
Soy la espesa compuerta que habla de la muerte. El rictus de los enamorados al gozar. Queridos: Dios y el hombre no dijeron su última palabra. Hay, aún, un demonio que fue silenciado en Dios. Hay, aún, una mujer, que fue silenciada en el hombre.
Hubo un águila en mi voz, hubo dolor en llamaradas. Ahora por fin puedo decirlo: no estoy desesperado.
Y esta vez no habrán de detenerme habladurías Hasta la próxima.
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