LA BALADA DE PEPE
Yo soy Pepe y
por amor
hasta estudié religión
y es por eso que ahora pinto
hasta los días domingo.
Al tomar la
comunión
conseguí inmunidad,
por eso puedo pecar
y después pedir perdón.
Cuando mi
esposa ve
que voy detrás de otra dama,
no tiene envidia ni celos
porque voy tras una santa.
Y cuando
vuelvo borracho
a la mañana temprano,
yo le digo: Fue en la iglesia
en la misa de las seis
y con el cura a mi lado.
Y si llego a
los 70
y todavía soy cristiano,
me regalan una cruz
a ver cuánto tiempo aguanto.
Y cuando un
amigo
me pide dinero
le digo sincero:
Dios proveerá.
Y si al otro
día
mi amigo se atreve
a decir blasfemias
en contra de Dios,
a decir que
la bestia
del hambre destruye
toda ideología
la fe, la pasión,
lo miro a los
ojos
como a un buen hermano
y le digo cantando:
Dios proveerá.
Y si mi amigo
piensa
que el hambre que tiene
no es culpa de Dios
sino del gobierno
que él mismo votó,
le digo:
tranquilo compadre,
todo gobernante
tiene algo de Dios.
Crean y
destruyen
el mundo en que vivo
y cada día lo hacen
un poco peor.
Yo soy Pepe y
por amor
hasta estudié religión
es por eso que, confianza,
sólo al dinero le doy.
Y cuando
lleguemos
al final de la carrera
nadie podrá, aunque quiera,
juzgar a Dios.
Así que esta
noche
vamos a romper
la moral, el petróleo
y el agua también.
Al que se
interponga
llamaremos infiel
y le romperemos el culo
para que aprenda de una vez.
Y si algún
diputado
senador, periodista,
llega a dudar en vano
de la misión de paz,
le pondremos
bozal
como a un perro perdido,
le daremos dinero
y algo de poder.
El pobre
diputado,
senador, periodista
perderá su memoria
y se callará.
Le contará a
sus hijos
que fue todo un desastre,
la verdad se sabía
pero nadie la decía:
El Señor
Presidente
padecía enfermedad
un delirio lo embargaba
hasta cuando iba a cagar.
El pobre
Presidente
necesitaba
que un Papa comunista
lo santificara.
Y hacerle
decir
al presi de Francia
que España es muy grande,
temida y adorada,
que España es muy grande,
temida y adorada.
Para hacerse
notar,
se hizo amigo de Judas,
declaraba la guerra
para hacerse notar.
Y, cuando
alguien osaba
decirle que a Dios
no le gusta la guerra,
más bien hace el amor,
él lo llamaba
espía,
sin patria, delirante.
Le borraba la cara
lo dejaba sin voz.
El Señor
Presidente
padecía enfermedad
un delirio lo embargaba
hasta cuando iba a cagar.
El pobre
Presidente
necesitaba
que un Papa comunista
lo santificara.
Y hacerle
decir
al presi de Francia
que España es muy grande,
temida y adorada.
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