PEPE
Y EL CINE
Yo soy Pepe
y, por amor,
al cine me dediqué
porque quería enseñar
una forma de danzar.
Al instante
supe ver
que el cine estaba muy mal:
los guionistas se copiaban
de mi abuela, de su abuela,
y los directores eran
parte de la producción.
Los artistas,
envidiosos
de ganar y no hacer nada,
querían ser directores
y olvidaban la palabra.
Después, una
amiga íntima
que me hará rico y famoso,
me habló de los presupuestos
y casi me vuelvo loco.
Yo había
dicho que sí
a una máquina cualquiera
que rueda casi una hora
por cincuenta y seis pesetas.
Sí, sí, sí
quiero ser actor
-gritaban a mi lado
con cierto fervor-
sí, sí, sí, yo soy el productor.
El director
no existe
porque sabemos
que el mundo del cine
no tiene dirección.
Con cierto
nerviosismo
pedí un poco de calma.
Dije con voz serena,
pensando el porvenir:
El porvenir
se ha roto,
lo rompió la palabra,
hagamos de estos trozos
un nuevo porvenir.
Al cine me
dedico,
se maldiga o se quiera,
y seré pionero
del cine que vendrá.
Un giro lo
consigo
con una palabra,
rompo las ventanas
diciéndote adiós.
Un giro en el
cine,
suelo conseguir
con una palabra
que coloco aquí.
Y esos
sentimientos
que todos utilizan...
es pura mercancía
que el mercado edita.
Así que
nosotros
vamos a trabajar,
con nuevos sentimientos,
toda la realidad.
Y, si alguno
se subleva
y no quiere trabajar,
le haremos un monumento
que del pasado hablará.
Y, siendo el
cine tan amable,
con el amor haremos una rifa
y el que sea agraciado con la suerte
se quedará con el amor toda la vida.
Y nadie
vivirá con él
sólo el amor
y nadie soñará con él
sólo el amor
y nadie, nunca nadie
golpeará su ventana
preguntando si desea
caricias envasadas.
Después, unos
señores
haciéndose los ricos,
dijeron de comprar
toda nuestra verdad.
La del cine y
del fútbol,
la manera de amar,
el color esplendoroso
de un cuadro al azar,
la misma poesía, quieren comprar.
Los señores
del dinero
quieren comprar
la maestría toda
que en mi alma está.
Y éste ya es
un motivo
para luchar y luchar,
generando un nuevo cine
que a nadie convendrá.
Mil historias,
mil películas
y el cine reventará.
Con los
pedazos que queden
escribiremos la historia
de un cine que no podía,
que no quería, la libertad.
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