A LOS SESENTA Y TRES
ME DIVORCIARÉ, POR FIN...
Al
cumplir sesenta y tres
me divorciaré, por fin,
de mi padre y de mi madre
y de la Batalla de Argel.
Me divorciaré
a los sesenta y tres
del amor burgués,
de Hegel y Gardel.
Y nadie se
sorprenda
si a los sesenta y tres
comienzo una carrera,
la del cine, tal vez.
Y así viviré
hasta casi los cien,
destruyendo esos monstruos
que me enseñaron a ver.
A Carlitos,
el mudo,
lo llevaré en la boca
para hacer el silencio
cuando corresponda.
De Vittorio
de Sica
me quedo con la gracia
de cuando dice puta,
siempre piensa en su mamma.
Y a Gassman
me lo como,
lo amo, lo devoro,
me lo dejo en las manos,
y en la impiedad del goce.
Y de alguna
señora
he de tomar el gusto
por las fresas heladas
y el chocolate puro.
Vimos cómo
caía
la lluvia el otro día,
y al amor sin barreras
lo haremos popular.
A Marilyn me
da miedo
llevarla en el cuerpo
pero irá acompañada
de la bella Sofía,
de las tetas de Anita,
de la voz de Marlem.
Y nadie se
sorprenda
si a los sesenta y tres
comienzo una carrera,
la del cine, tal vez.
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