Amores Perdidos Miguel Oscar Menassa -1995

 

III

Te nombro, pequeño niño, Pablo amado,
para oírte vivir cuando te nombro.

Te nombro para que ya la muerte deje de ser,
el centro de mi voz, la vida posible de mi canto.
Te nombro para decirle al mundo, a tus novias amadas,
a tus amigos que te llevaron de la mano hasta la muerte,
que mi pequeño, hermoso Pablo, vive cuando lo nombro.

El hombre muere apenas si otro hombre lo nombra.

Por eso cuando te nombro en mis poemas, 
camino como antaño al lado tuyo, colgándome de tu brazo, 
dejándome llevar por tus caminos del amor perdido.

Y al escribir tu nombre en mis poemas, cada vez,
me lo digo, Pablo amado, es como si vivieras,
como si nadie hubiera podido... asesinarte,
como si la fragancia de tu piel llegara en verso,
sobre las letras de tu nombre en el papel escritas.

Y esa voz delicada, baja pero segura de llegar a destino,
con la cual me leías tus escritos, esperando una sonrisa, 
palabras misteriosas que te unieran a mí, que permitieran, 
que tu nombre no se acabara nunca, que fuera más allá
y esa voz surge en mí, cálida y viva, cuando te escribo.

Es por eso que no me dejo morir en el quebranto, sólo,
para nombrarte, para que cada vez, valientes y contentos, 
hagamos, nuevamente, del amor, infinitos caminos del fuego, 
claras vertientes iluminadas, cataratas de risas en tus ojos.

El hombre muere apenas si otro hombre lo nombra.

 

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