Amores Perdidos Miguel Oscar Menassa -1995

 

II

Cuando empieza el poema deja la vida de latir, 
por eso es que te escribo, lentamente,
para morir contigo en el poema,
para abrazar, sin más, tu muerte desolada.

No es por un ansia de morir que escribo,
deseo, sencillamente, estar contigo un rato, 
conversar, como cuando juntos caminábamos, 
sin apurar el paso, para cuidar mi tos.

Como cuando nos extendíamos sin prisas, 
sobre el tapete verde del billar de la sala
o cuando nos mirábamos esperando el silencio.

Y esas tardes sublimes, del sol a pleno sol,
cuando plantábamos flores misteriosas, 
sólo para verlas crecer en los colores de la vida.

 

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