III
Nace de mí una fuerza incontenible,
y te llevo, conmigo, en esa fuerza,
sin saber dónde voy, mas voy contigo
y eso, aunque nada sabe, tranquiliza.
Después, seguramente, al separarnos
preguntaremos a cualquier ciudadano
en qué lugar del mundo hemos caído,
adónde hemos llegado llenos de amor.
Y no han de responder ni las estrellas,
ninguna palabra llegará hasta nosotros,
nadie nos dirá que estamos en el mundo.
Y, sin embargo, ciegos y sordos, solos,
ignorando el punto de llegada, pobres,
nos sentiremos libres, letras muertas. |