SALTO MORTAL Miguel Oscar Menassa - 1977

BUENOS AIRES, LA REINA DEL PLATA, ADIÓS

Para saber de pequeño y de loco 
olía los olores buscando aquel olor. 
Serpiente adolescente recupero tu piel., 
para ser tan solo contra el tiempo mi tiempo.

Hurtaba de las noches sueños y flores negras 
Opacas madres reventando sus sexos
                                                         entre la algarabía y los colores 
de la palabra puta.

Ella era el otoño
Sus frutos secos su color marrón, 
su frío entrecortado por el sol
                                             palabras del pasado.

Dormía bien 
comía mi bocado de pan
                                     y amaba de ella 
los resplandores.
                         Su cuerpo contra mi cuerpo 
todo lo primordial.
Sus humedades contra el dolor de la vigilia.

Recuerdo sus pechos en mi propio latir 
redondos como toda la nieve 
como la blanca nieve universal, 
                                              sus pechos 
altas fragancias en mis ojos. Olor de los olores. 
Busqué,
con toda la impiedad de la locura 
tus pechos en la tierra. 
Y en cada flor, y en cada hombre
y en cada letra de mis versos, 
                                            busqué, 
tus ojos en la tierra.

Supe del tiempo de los despedazados pétalos 
entre las manos. 
                       Y fue imposible ser. 
Del viejo amor 
del desenfado de mi cuerpo 
sobre tu bajo vientre, 
sólo me quedan en las manos, 
astillas 
encuentros con la muerte.

En mis pequeños oídos malheridos 
el ronroneo, de tu voz, la vociferación de tus encantos 
entre mis piernas. Lenguas de fuego 
tu voz, tu canto amable, tu nada misteriosa.

Y fui para saber, tu dios 
el rey de tus aullidos 
el omnipresente legislador de tus blasfemias. 
Tu poeta inmortal. 
La grieta en tu mirada, para siempre.

Bebedor insaciable, lleno de sed 
pleno de rabia y de lujuria, bebí toda tu sangre, 
tu embriagadora leche, bebí, todo el dolor. 
Tus líquidos orgánicos, 
tus carnes desgarradas con mis dientes 
no bastaron. 
Mi sed era insaciable.

Era una sed de tiempos, de palabras.

El sol que yo buscaba era otro sol 
ni llamas, ni fulgores, ni roncas caricias sobre mi piel. 
El sonido del sol, el estruendo del sonido del sol. 
El nombre de tu cuerpo.

24 de junio de 1977, Madrid. 
Fiesta de San Juan.

 

 

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