SALTO MORTAL Miguel Oscar Menassa - 1977

VIII                              

                      conozco bien a una mujer 
Morena,
abierta como el mar, 
pequeña y madre, 
opaca en la violencia. 

Descuidada en ciertos gestos de amor 
Magnolia triste ciertas tardes de otoño 
cuando sus fantasmas particulares 
le recuerdan los muertos por la patria. 
Capaz 
de hacer el amor hasta sentirse un animal feroz 
o un tulipán abierto por el lento calor de nuestros cuerpos 
o un inmundo batracio. 
                                Posee como don, la crueldad del silencio 
Esa mujer dice mi nombre, 
Miguel, cada mañana 
y el sol le brilla en la cabeza. 
Ama de mí, 
                mi cuerpo, 
                              la savia de mi ser. 
Desea con su carne mi pija, 
amada pija mi miguel, 
                              matame, teneme compasión. 
Esa mujer no es mi mujer. 
Ella se pasea por la casa como si lo fuera. 
Ama regar las plantas, 
bailar el tango con su macho el cantor, 
el que no sabe cantar, 
el que siempre tiene desordenados los sentidos, 
el que tiene 35 años y un solo dolor: 
                                                   NADA NOS PERTENECE 
ni el hambre, ni el horror, 
ni los olores de la menta en Pompeya creciendo entre mis manos.

Fatal 
la guerra al fin será fatal. 
El hombre perderá sus sentidos,
el hombre embrollará su corazón para siempre. 
Y no tendrán clemencia, 
nos matarán uno por uno a todos. 
                                                El hombre está perdido. 
Tiene sus pies atados a la tierra, 
su cabeza en el cielo, 
sus brazos extendidos a la nada.

 

 

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