VII
A los 35 años se aman tiernamente
el ocio y la locura,
y no los arrebatos acerca del ocio y la locura
La noche es alta en nuestros
corazones
cuando el que muere nos pertenece.
Definitivo asombro en aquel lugar de mi ser
donde ya nada florecerá.
Opaca persistencia.
Reino del horror,
donde la imagen infinita serán tus ojos claros y tu cuerpo,
temblando cerca de mi cuerpo.
Yo sé
que nunca más,
podré escuchar tu voz y sin embargo,
giros endemoniados de mi ser proponen,
sin cesar,
un
posible encuentro.
Ahuyento
estas claras proposiciones de muerte y de dolor,
y juro en falso.
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