LOS OTROS TIEMPOS

Miguel Oscar Menassa - 1970

PRÓ-LOGO

¿Cómo acceder a "Los Otros Tiempos"? Esta es, ya, una pregunta retórica. Antes que preguntarse importa decidir entre la cosa y la palabra; entre un deseo vivido y su interposición a través de toda la escritura. Por eso cuando él deseo se repliega en sí mismo surge un clima erótico decisivo. Se reitera el árabe, la caricia, sensaciones planetarias y atribuciones imaginarias hedónicas a las toninas -"despojadas de todo pudor"- o a una simple dependiente de farmacia. Pero el deseo no es una simple búsqueda de la literatura perdida -"Bajo el bosque de leche"- ni tampoco de los objetos del otro, sino la recuperación de un estado, de un tiempo primario. Sin duda Menassa concibe la poesía como magia. Invocando el recuerdo las cosas viven nuevamente, sin otras determinaciones que las propias, las cuales asociándose libremente construyen ciertos ritmos y referencias, es decir, una duración literaria que se apropia del pasado bajo la forma de la nostalgia. Sin embargo, la escritura siempre tiende -y ese parece su fin- a echar una cortina de humo sobre lo que busca significar. Si una frase o un período de "Los Otros Tiempos", "muestran" su agresión es para defenderse de otra aún indeterminada, externa, y, quizás, inexistente. Durante el registro de la escritura no asistimos jamás a una verdadera "ofensa" del lector. La pajota, la poronga o un tiraje sobre la imaginaria ladilla son, apenas, los gestos desesperados del que quiere saber porqué se crece y porqué -como diría Malraux- la muerte convierte a la vida en destino.

Cuando la letra se despliega produce un texto: Los otros tiempos cuando se condensan efectivizan una serie metafórica o un símbolo determinante. Así el tiempo de este libro se espacializa simbólicamente en la fluidez del mar. Durante el desarrollo poético el mar avanza, golpea, deja algunos objetos (datos-recuerdos) sobre la orilla de la cotidianidad, lame el hábito, lo esquiva y se repliega para reaparecer trazando un nuevo recorrido de la escritura. Como Gurdulú todas las palabras desearían tomar la forma de lo visto. Pero lo único que sigue permaneciendo en el horizonte sin fijarse es el mar. Por un lado equivalente y así es silencio, calle, gozo, imagen de una demanda infinita. Por otro modificador y así es huída, encarnación de un profundo desarraigo, devenir y lugar de una ilusión central: la de naturalizar la poesía, es decir, la cultura. Menassa se amenaza con realizar tal cometido. Lo persigue con lucidez. Y lo abandona cuando sospecha alguna conclusión. En el fondo sabe que utiliza un instrumento doblemente peligroso: la palabra -cultura por excelencia- y no sólo eso sino la palabra condensada junto a otras en figuras metafóricas o repetida para otras metonímicamente. La naturalidad o la lucha por la liberación se transforma, entonces, en el deseo de vivir naturalmente sin barreras ni muros. Pero la opresión es tan fuerte que desde el comienzo la naturaleza se mira en el espejo de la cultura, mientras la poesía -aún vista como loqos unificado- habita en estructuras de significación condenada a ser palabras combinadas, muerte y renacimiento del sentido o como en "Los Otros Tiempos" recuperación de la experiencia vívida, todavía inconclusa. Se "recuerdan los recuerdos" mediante asociaciones libres, ritmos alternados, enganche del último término que cierra un período con el que lo abre, cortes bruscos e impresiones fónicas, ete. Todo está en función de revelar el clima ont'rt'co superpuesto a los actos comunes. Mezclados con ellos estos textos poéticos ambicionan confundirse con la realidad deseada, apresarla para negarla, despu's, en eliuego de un reconocimiento que se desliza incesantemente. Hasta aquí llega esa dialéctica escurridiza e "inhabitable" como el mar. Para finalizar debo confesar que no hice sino escribir un cierto silencio sobre "Los OtrosTiempos"; o, mejor dicho, una parcial inst'nuación a su lectura, porque los del prólogo (a pesar de ser un pro-logos, un estar con la poesía) son -quiéralo o no- ya otros tiempos.

JUAN CARLOS DE BRASI

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ROSIE PROBERT

¿Cuáles mares navegaste, viejo ballenero, cuando, sobre las olas grasientas que hay entre Frisco y Gales, tú eras mi comandante?

CAPITAN CAT

i Que me muera si no es cierto! putita de su Tom Cat, mi Rosita marinera, tú, mi amor y mi alegría, tú, la siempre llevadera, la única novia mía: mares verdes como arvejas, mares que se deslizaban, con cisnes entre las olas, en la luna de las focas. .....................

DYLAN THOMAS (Bajo el bosque de leche) 13

 

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