Cartas a mi mujer

Miguel Oscar Menassa, 2000

 
 

JUEVES 30 DE OCTUBRE, 11:00H

Escuchad, el mundo es, verdaderamente, de quien lo piensa.

Escuchad amada.

Escuchad amadas.

Escuchad damas en general.

Lo nuestro fue posible porque venía en un poema.

Un poema, os explico: una manera diferente de concebir el horizonte, el límite, la zozobra, la caída.

Lo hemos aprendido todo, mi amor, casi todo, porque venía en un poema.

POEMA: potro alado, yegua volcánica, mujer sostenida en el aire más de dos siglos por la vertiente oceánica de un verbo enamorado, hombre declinando, sin poder caer nunca del todo, sin poder tocar fondo jamás. Y un poema, también, es una pequeña ola, sin corazón, sin vientre, acariciando suavemente a una piedra muerta.

Fuimos alcántaras, nueces perdidas, hojas de periódicos olvidadas.

Te digo, mi amor, quiero que entiendas, exactamente, lo que te digo mi amor:
Si llegamos a sentirnos viejos, estamos perdidos.

 Uno debe sentirse un hombre de su edad (una mujer, se entiende) y si alguien me confunde con un joven, será para faltarme al respeto con menos trabajo, aunque yo no lo tenga y si alguien me trata como a un viejo, es porque considera que soy descartable, pero yo, tú si quieres, sigo siendo un hombre de mi edad.

Juventud y vejez con dos argucias de los sistemas del Estado moderno.

Sabemos que un niño de 8 años puede considerarse un experto en matemáticas, llamadas por algunos, superiores, o problemas de la lógica emparentada con la producción de conocimiento y un viejo de 80 años puede dar una conferencia de 7 horas de duración, en pie, o echarse un polvo, tranquilamente, en esta misma playa desde donde te escribo.

Cuál es la diferencia entre un niño y un viejo cuando un río de lava hirviente baja de la montaña, cuáles las diferencias entre un hombre y una mujer frente a un tifón marino o frente a una borrasca loca y sedienta.

Adiós mar, ahora volveré a hacer las maletas y mañana partiré, espero encontrarme contigo, en algún mar perdido, en Diciembre en alguna playa argentina, aquella de mi juventud.

Te amo, mar, y después de haberte descubierto te entrego, para que ella haga su deseo.

Amor mío, amor mío, amores, estrellas, lejanas soledades, tierras fértiles, amor mío, amor mío, ¿serás algún amor?

Hoy me termino de dar cuenta que la vida misma tiene su oscuridad.

Todo fue bien, entonces, podemos comenzar.

 

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