Psicoanálisis del Amor (2ª edición) Miguel Oscar Menassa -1994

 

PERVERSIÓN Y VERDAD

Abro mis entrañas para buscar entre mis líquidos orgánicos, tu nombre inocente, tu nombre primero, el que te nombraba antes de los olores del carmín.
                                                                         Miguel Oscar Menassa

No hay por supuesto ninguna necesidad de significante para ser padre, como tampoco para estar muerto, pero sin significante, nadie, de uno y de otro de esos estados de ser, sabrá nunca nada.
                                                                                     Jacques Lacan

De ella lo quiero todo. Su carne y su alma, su historia y su futuro. Ni un gesto, ni una palabra, ni siquiera un calor que no sea de su Rey, amante amantísimo.
                                                                         Miguel Oscar Menassa

Saber que la ley del perverso es una ley aceptada y repudiada, es decir una mañana opaca y sin luz, no es suficiente para condenar a nadie.
Sé que poseo ideas claramente revolucionarias acerca de todo lo que le pase y le pueda pasar al hombre de mi época y sin embargo una traba neurótica ciega mi ser.
Tendré que pervertir algún sentido o en mi escritura no habrá goce.
Me solicitaron amablemente un escrito sobre Perversión para publicar en una revista, «Yo» dije que sí.
Mis amigos (GRUPO CERO) dijeron que era una cosa buena para mí, como un reconocimiento de la ¿ Cultura ? , o ¿Perversión ?
«Yo» me pregunté varias veces, ¿qué pedía, quién hablaba en el pedido? Porque hablar, a los 35 años, de lo que me había propuesto hablar a los 45 años, ¿será un reconocimiento de la Cultura o un interrogatorio?
Sé también que cuando tenía 25 años hice alardes de este mismo tesoro que ahora pretendo ocultar otros 10 años más. Ellos leyeron el escrito. Ellos dijeron que no.

De empezar, empezaría diciendo que tengo un arte para vivir.
Y que esto fue posible porque fueron posibles las primeras desviaciones, porque fue posible pervertir mi destino.
Y si poco a poco iré aceptando mi polimorfismo en los lugares donde la cultura coloca la palabra perverso, debemos ir aceptando también poco a poco vuestro ser uniforme, lugar donde Ella habla de una completud que nosotros sabemos sólo se alcanza con la muerte.

Recuerdo madre amada tus tortillas de patatas. Ayer comí por primera vez tortilla de patatas con cebolla. Me alejo de vos, pervierto mi ser.
Dejo que la cebolla interrumpa el gusto de nuestro fatal encuentro.

Te escucho.
No puedo tocarte el hombro, tal vez por miedo a que me digas que ya es demasiado tarde.
Mientras escribo atiendo mis obligaciones. Cuando vuelvo a escribir, vuelvo a sentir que no podré. Vuelvo a vivirlo todo como si fuera la primera vez. Esto habla de la cierta torpeza de todos mis comienzos.
Debo destrabar mi mente, para destrabar mi mente debo decir:
Todo acto humano puede llegar a ser un acto perverso, lo que no quiere decir que todo acto perverso alcance la dimensión de un ser y su padre.
Sabemos que últimamente falo va, falo viene, la perversión, donde la perversión era no cumplir con el fin, va opacando su sentido. Porque si las relaciones sexuales no existen (y nosotros sabemos muy bien que no existen) ¿Cómo pueden ser el objetivo de un «encuentro»?
¿O acaso el amor será el encuentro entre dos seres mutilados que se reúnen para entrechocar sus mutilaciones?

Te extrañé mucho.
Necesitaba hablar con vos.

Toda interrupción tiene su sentido.
El llegó una espléndida tarde de fin de verano para decirme que Ella no era mi destino.
Ella llegó en medio de la fiebre, en medio de mis ojos desmesurados por la sorpresa, para decirme que sin Ella no habría destino para mí.
¿A quién creer? ¿Con quién de los dos tendré que pactar la muerte del otro? ¿Perversión o Verdad?
Pálidos espejos estallan exactamente ante mis ojos.
Elijo entonces la serena frialdad de tus palabras.
Abandono, es decir, intento abandonar la tierra fértil, imito tu saber:
Mi madre, mi madre era una estrella.
Y sin embargo Ella vuelve, ella se hace mujer, ella tiene mil rostros, tiene el poco sabor de todos los frutos en su cuerpo y nos dice que todo es solamente ese otros amor desesperado y ciego por Ella.
Ese es el instante en que la mirada de aquél que habla las palabras hace desviar nuestra mirada.
Más allá de la tierra fértil sólo queda el sabor de las sustituciones, sólo el sabor de los fragmentos extrañamente combinados.
Más allá de su cuerpo sólo su pálida mirada sosteniendo mi cuerpo en el espacio.
Cuando no soporto su mirada de amor, cuando desvío mi mirada, caigo estrepitosamente en cualquier escena. Pero lo perverso, lo perverso verdadero, ya aconteció y fue un hálito.

 

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