Psicoanálisis del Amor (2ª edición) Miguel Oscar Menassa -1994

 

¿PERVERSIÓN? O ¿CULTURA?

La vida humana no se toca en un solo registro: hay ecos, intercambios, y hay quien afronta la historia sin haber afrontado nunca las pasiones, hay quien es libre  con las costumbres y piensa de manera corriente, y quien vive como todo el mundo y cuyos pensamientos sacan de raíz todas las cosas...
                                                                       Maurice Merleau Ponty

La vida humana se toca en un solo registro: El hombre habla. 
La escritura lo ha conformado como historia. Somos, entonces, inevitablemente, el todo unitario donde pasión e historia transcurren, 
en nuestro ser, como deseo.
                                                                         Miguel Oscar Menassa

¿Perversión? o ¿Cultura? ¿Endemoniada telaraña o práctica red? o ¿acaso el neurótico, el psicótico, el místico, el poeta o el empecinado científico, se salvan de tener inevitablemente que desviar la mirada?

El concepto de perversión necesita ser subvertido y esto será posible por la voluntad deliberada que sólo puede poseer un grupo, donde el sublime narciso pierde los estribos, donde el miserable narciso pierde los límites de sus determinaciones familiares.

Legislar el narcisismo no quiere decir, de ninguna manera, abolir sus efectos. Ni quiere decir tampoco, arrastrarnos todo el día sin fe por los lugares de nuestro ser donde todo está destruido. El narcisismo no es un simple y tonto agregado al virtuosismo de los grandes hombres. Legislar el narcisismo, será producir el estallido grupal donde todo sea posible para todos. Transformar aquella energía donde morir no era posible en nuestra propia muerte, es decir: crear una máquina que no nos pertenezca y que nos someta hasta el límite de la creación.

Por favor no decapitemos a nuestros poetas, ellos necesitan de la soledad.

Averigüemos si hay un poeta entre nosotros, él nos enseñará a morir todos los días, él nos enseñará que el poder debe ser un poder sobre nosotros mismos, sobre nuestros nervios, nuestras células, nuestros líquidos orgánicos, en fin, sobre nuestra palabra. La sorpresa de los otros (la relación alucinante de los otros con nosotros) no será por el brillo de nuestros ojos, ni siquiera por las horribles palabras pronunciadas acerca del sexo y de la muerte, sino por el milagro de estas maravillosas flores siemprevivas creciendo en pleno desierto. Y habrá narcisismo, es decir fuerza creadora, donde haya soporte material que soporte semejante pasión. Y cuando digo soporte material, no digo tamaño de nuestros genitales, ni siquiera digo, presencia o ausencia de tamaño. Digo, un grupo capaz de soportar los deseos de todos sus integrantes. Una máquina que pueda superarse hasta el paroxismo.

Nuestra riqueza, la riqueza de nuestras relaciones sociales.

Y sin embargo no soy sólo el producto de un grupo, es decir, no sólo soy una voluntad desafortunada, sino el espacio abierto donde las combinaciones no tienen fin.

Estoy solo.
Los que me rodean tienen sus propios planes.
Es decir, tengo mi propio plan.

Andar a la deriva es mi orden interior. Dejarse deslizar entre cuerpo y cuerpo,
entre palabra y palabra.

Ser el aire y el fuego.

No dejarse matar bajo ningún concepto, ni aún por aquél que nos anuncia la inmortalidad.

Llevar hasta el paroxismo el amor por la verdad es genuino, tal vez lo más, pero debemos decirlo, absolutamente inútil.

Estoy detenido en mi escritura.

¿A quién estaré cuidando ahora ?
¿Qué verdad se detiene en este torpe y juvenil silencio?
¿A quién tengo miedo de modificar esta vez?
¿Puede ser que mi alma se resista a mi propia alma?
¿Por qué impudicia estoy pasando ahora, que no puedo ni siquiera escribir? ¿Rencillas de palacio, intercambios de emblemas o juegos estúpidos entre señoritas preguntándole al galán si nos ama o simplemente nos desea?
El galán sabe que hay un hombre entre nosotras.
Este saber llena de desesperación al galán y comienza a circular la palabra traición. Palabra ciega. Palabra sin palabras.

Se me ocurre que debería ser como soy. Caer de todas las alturas, desmoronarme, bajar hacia los abismos que nadie baja.

Tener en mi pecho la rueda loca de mi infancia girando sin parar.
Estar triste.

Nadie podrá detener mi caída. Esta vez me tocará saber:

«Soy el que repite la pasión en todo el sinsentido...».
                                                                                      Jorge Alemán 

«Que todo esté permitido no quiere decir que todo sea obligatorio».
                                                                                       Horacio Valla

«...Impiedad, pura impiedad, para quien confunda nuestra carne con los
     ensangrentados bofes, que resucitarán, se cree, con la fornicación».
                                                                              Segundo Manifiesto

Escribir siempre es un vértigo, siempre una trasgresión, un movimiento exagerado, un encuentro fatal.
Solo, extraviado en un mundo donde los sinsentidos son sus desviaciones, atentando contra mi propia manera de vivir, escribo.
No me beses en los ojos amor mío, que quiero imaginar.
Perdonen la palabra del poeta, él tampoco nos pertenece.
Su voz es la tormenta de nuestra voz.
Su canto es el estallido de nuestro canto.
El cuerpo del poeta yace a mil kilómetros de profundidad, es inalcanzable. 
Antes era el olvido
                            jazmines sin perfume.
Antes era sólo la persistencia de su piel.
Fragancia de la nada.

Nada me espera en esta solemne tarde de fin de verano.
Nadie acoge en su lecho a quien sabe que estamos condenados a vivir.
Aspiro el humo de un cáncer mortal, y veo, es un decir poético, nuestra sangre fortaleciendo pequeñas palabras producidas por el azar de las combinaciones. Reconozco: morir no quiero aunque esa sea la combinación perfecta. 
Reconozco: quiero vivir mejor, en ese mundo prometido de hermanos donde mis brazos y mis palabras pertenezcan a un mismo cuerpo.
Reconozco el dolor, reconozco los sobresaltos.
Reconozco la impiedad de la justicia. Sé que alguno de nosotros está muriendo cada día.
Reconozco vivir en un mundo donde habrá mierda para todos.
Reconozco no saber claramente quienes son mis hermanos.

La nada atraviesa mi corazón.
Reconozco que mi paz es efímera, soy violentado permanentemente por un
vicio imperdonable: quiero ser escritor. Una combinación de habladurías y desencantos, pero por favor no me maten, tratemos de averiguar si sirvo para
algo.
Lo escribiré todo porque lo vi todo.
Reconozco que tengo una esperanza de perdón.
Piedad para quien indefenso frente a la catástrofe,
sólo atinó a no cerrar los ojos.

Reconozco que tengo una esperanza de gloria.

Gloria para quien obnubilado por los olores del hongo atómico,
sobrevivió a la matanza.
Reconozco haber sumergido mi alma en ciertas drogas del olvido.
Reconozco no haber sido alterado jamás. Mi represión es sublime.

Soy un profesional del alma. Intacto y frío paseo mi mirada por el horror.
Soy el desperdicio de una sociedad en crecimiento.
Sabio de la nada.
Reconozco no saber nada acerca de lo que escribo.
La violencia a la cual soy sometido debe ser investigada.
Debe investigarse de qué maldita perversión del hombre
me quieren hacer 
responsable.

Apago la luz
para que una triste luciérnaga sobre mi piel
me anuncie el universo de la locura.

Deseo en mis jardines
las perfumadas rosas de la pasión.

 

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