Carnaval de la Tercera Edad

Miguel Oscar Menassa, 2011

 

 

CARNAVAL DE LA TERCERA EDAD

De su autor podemos decir que, desde su temprana juventud, tuvo en sus manos esa manera de metamorfosear la realidad, creando esas otras realidades que son los poemas que fueron desplegándose en sus libros hasta alcanzar un estado de pureza en la escritura. Un contacto con lo sublime, que lo alejó cada vez más de cualquier metafísica que enarbolara un sentido de la estética, ya en plena decadencia, y lo alejó también cada vez más de cualquier filosofía científica.

Su retorno fue volver a la filosofía del pueblo, esa filosofía que se aprende en la calle, en el bar, entre los amigos adolescentes que miran al mundo sin ninguna razón, para intentar una escritura del poema con la mayor economía y sencillez de la que un artista es capaz.

La metamorfosis se llevó a cabo pasando por una serie de adquisiciones inconscientes que rompieron la unidad entre lo real y lo ideal, y lo real se desgranó en estrofas que se acoplaron a cantos fáciles de entonar, medidos con ritmos de tambores tocados con el cuerpo, que van creando una ópera de la vida y cuyo argumento es el relato de los acontecimientos que atraviesan a todo ser social, que se vuelve así contemporáneo.

Si repito una frase de Huidobro, “un artista tiene estilo cuando los medios que emplea para realizar su obra están en perfecta armonía con los elementos que escogió en el mundo objetivo”, tenemos que reconocer que este tipo de poesía lo tiene, y que el derecho de crear lo tienen tanto el obrero como en el artista, siendo así que lo que aparenta ser una pérdida de estilo se transforma en una obra de arte puesta en el mundo, rodeada a la manera de los astros, de una atmósfera propia.

¿Una razón para existir?

La murga es un periódico que sale una vez por año y que tiene el formato de los antiguos pregoneros que salían a la calle a reunir a los vecinos para darles la buena o mala nueva. Como un recuerdo activado año tras año, vuelve el pueblo a las calles para festejar la fiesta que antecede a nuestra pasión cristiana y que tiene un final de cenizas, donde la carne se separa del cuerpo, un cuerpo que no quiere separarse, y entonces se acompaña con la risa de los dioses paganos, y la magia los pone en movimiento con bailes y músicas donde el pueblo expresa que, una vez más, los finales pueden ser un arrebato de colores, de sonidos, de leyendas.

En esta murga, la tercera edad es sacada del exilio y pide que se renueve su existencia, una existencia donde lo vivido no se pierda en ningún ocasional olvido, porque tiene como derecho no dejarse matar ni maniatar para poder seguir viviendo en libertad. Desfilan así todos los juegos de amor, y el cuerpo envalentonado de goce se dispone a morir en la calle en medio de la algarabía, y los dramas de amor se vuelven inagotables, y esa tercera edad que tiene intacto el deseo de vivir pide a gritos una nueva cultura donde la libertad para el amor se iguale a la libertad del pan, y el goce de la vejez habite los cuerpos hasta el final, hasta quedar sin alma que, en este caso, los versos se encargan de reinventar y transformar en un alma sin cuerpo que se vuelve canción.

Arte sin recetas, más bien transformación de la historia del arte, en la historia de la evolución del hombre, y la verdad aparece desnuda, porque los versos cantados por los murgueros se apropian de todos los disfraces en medio de la jocosidad y de la gracia. Así, murga, murga, murga, donde sexo y palabras se conjugan en pergaminos sepias de tiempos nuevos.

El autor ha querido inaugurar, con este libro, el año 2011, en el que se celebra un triple aniversario: 50 años de la primera publicación de Miguel Oscar Menassa, 40 años de la fundación de Grupo Cero, 30 años de la fundación de la Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero.

Norma Menassa Chamli


 

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