PEPE Y LOS LADRONES
Hoy vinieron
los ladrones
a robarme la muñeca
que me regaló mi madre
al cumplir los dieciséis.
Venían de
malos
y eran muy buenos.
Los ladrones buscaban
algo para beber.
Abrieron la
nevera
y se tomaron todo
y también la comida
y el veneno fatal.
Y, cuando
llegó
el dueño del veneno
y vio a los tres ladrones
tirados en el suelo,
se dijo: ¡es
el veneno!
y se puso a correr.
A los pocos
segundos
volvió con el antídoto
que eran supositorios
que por el culo les dio.
Los tres
ladrones
al despertar
sin saber lo que pasaba
se pusieron a limpiar.
El baño, y la
cocina
el comedor, los sueños
y, cual tres
camareras,
hicieron la comida
y luego la sirvieron
con faldas muy cortitas.
Después a la
noche
las pobres soñaban
que eran los ladrones
y ¡cómo gozaban!
A la mañana
querían demostrar
que el sueño no era sueño
sino la realidad.
Y para
demostrar
semejante teoría
se tocaban los cojones
y cojones no tenían.
Y en el sitio
de la polla
tenían en su lugar
una rosa que, encendida,
giraba sin cesar.
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