VIII
No veo el mar desde hace siglos,
estoy en el desierto de los cielos.
Una cadena atada a una ilusión,
una ilusión girando, enloquecida,
alrededor de una cadena.
Un acertijo donde leches blancas y perfumadas
caen en el corazón de la noche.
Vértigo entre las sombras,
asteroide decapitado por huracanes de jugos y cartílagos.
Pájaros inmóviles,
aguas de una vertiente al límite de sus fuerzas,
pájaros como árboles,
florecen.
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