SALTO MORTAL Miguel Oscar Menassa - 1977

 

XI


Poder despreciar el lodo y pasar mi vida hasta lo último, 
en algún triste o soberano hospicio con mierda y pis 
y olores de cloacas 
hasta en los rincones más secretos. 
Mi intimidad violada, 
mi intimidad hecha pedazos clama venganza. 
Lo que vuelve es el olor de la carne. 
La carne no vuelve. 
¿Siervo de qué tengo qué ser ahora? ¿Siervo de qué? 
Esclavo del arte, 
linda basura.
La medicina no cura estos males. 
Médicos del alma venid,
os mostraré el secreto de la vida. 
Soy esclavo de una mujer, 
vivo mi vida 
al compás de las contracciones de su vagina azul, 
que enfurece y se llena de locos arrebatos, 
sólo frente a la muerte. 
Ella no tiene piedad de mí. 
Arranca mis testículos y pisotea uno por unos todos los recuerdos. 
Me hace confesar las malas porquerías. 
Yo confieso: 
Lamí con mi lengua los culos más ajenos, 
Escupí con mi saliva los ojos de mi amada, 
Bebí la leche de los pordioseros.
Al sol, 
me deje estar al sol. 
Lo pensé casi todo. 
Alegres, 
alegres fueron las mariposas que no retornarán. 
Amé con furia los brotes de cada una de mis plantas. 
Hojas de otoño en el jardín, 
no significan nada. 
La guerra de verdad 
-LA GUERRA- 
no la entiendo. 
Y vi morir niños antes de nacer, 
y vi nacer niños con extrañas mutilaciones, 
y vi morir una mujer entre mis brazos.
cuando la violencia de un orgasmo sacudía mis vísceras
y supe, 
que el goce era morir. 
Y vi, y vi morir, 
todos murieron en esa familia y todos, 
murieron en la guerra.
Ella, ahora, 
se ha quedado dormida en medio del camino.
Sus gestos, 
nunca alcanzarán la dimensión de la muerte. 
Doy patadas furiosas alrededor de todo su cuerpo, 
clavo mis dientes en su espina dorsal,
jadeo, y salpico con mi baba su cabellera azul.
Ataco sin piedad 
su rostro con mis manos. 
Ella me deja hacer,
sé entonces que estamos a un paso de la muerte.
Yo no saldré de mi cubil aunque venga la guerra.
¿Qué hombre soy?, 
decidme, ¿qué hombre soy?, 
¿de qué mierda estoy hecho? 
!Basta Putas! el hombre hace agua por todos los costados. 
Que se terminen de una vez las pruebas. 
Abdico. No tengo fe. Ni religión. Ni patria. 
Mi más allá son mis amigos, mis mujeres,
con sus sexos maltrechos, 
los sexos de la guerra. 
¿Mi muerte no es acaso la lista de mis muertos?

 

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