PSICOLOGÍA ANIMAL Y ARTE

Miguel Oscar Menassa - 1975

 

31 de diciembre

Soy el último padre de occidente
después de mí, vendrán los maricones.
Aquellos que vienen por mi muerte
                                                 y la igualdad sexual. 
Aquellos que tendrán los vicios más pequeños 
Amar a una mujer y respetar al prójimo.

Mi cuerpo y mis mujeres tendrán hasta la muerte 
la loca algarabía de la creación.

Soy esto y aquello, a cada instante, ustedes se imaginan.
Crezco como una ameba traicionera y fatal. Soy una mujer, en mi pija están los olores del cuerpo de mi madre.
Mi padre lo sabe todo. Su apellido tiene el peso de mi nombre.
Soy el superhombre de mí, conseguí torcer mi destino. Muerte y locura esperaban en cada encrucijada, a quien había nacido por amor a los muertos. Mi vida habría de transcurrir sobre la superficie de una cuerda tendida a tres mil metros de altura. La caída sería estrepitosa.

La poesía es sólo un ardid. En un momento fue preciso volar.
En su momento fue preciso vivir entre los muertos. Atarse con miserables flores a sus cuerpos podridos y malolientes. Esconder la respiración, el hálito vital, por respeto al dolor de los muertos.

El mar y el sol eran nuestras ilusiones.

El psicoanálisis una buena promesa
Exigía la fragmentación de mi alma y su venta en pequeños trozos y a bajo precio a un número infernal de personas desconocidas por un mes de vacaciones a orillas del mar con los seres queridos. 
Los seres queridos también me repugnan.
Y de lo que no puedo hablar, no puedo hablar y basta.
Que otros puedan lo que yo no puedo tampoco me interesa. El color de mi sangre sólo sirve cuando mis ojos presencian su estallido. Digo, que mientras exista una posibilidad, el goce será el goce de las diferencias.

Dejémonos sentir a cada cual lo suyo.
Que a cada cual le toque su pedazo de cielo y ningún otro.
Dejémonos vivir. Nos queda poco tiempo.

P.D. Después de 23 años dejé de fumar cigarrillos negros y comencé a fumar cigarrillos rubios.

 

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