El humo de tu pipa nos hacía toser
o se metía en nuestros ojos
junto
con el verde color de los olivos
y la parra
cayendo a pique
como los aviones y como los pájaros
cazados con la gomera
o a mano
según las estaciones.
De tu pipa salían el humo y las historias
que nos ponían lágrimas en
los ojos.
Era una mujer hermosa, nos decías
desnuda
traída por el viento
envuelta entre las hojas del otoño.